Análisis, comisiones para el apoyo a la gestión de las comisiones de las comisiones y así, por delante, una sucesión de medidas burocráticas enredadas, como si los actores que debieran entrar en escena no quieren, o no saben, remangarse y tomar las riendas a efectos de implementar las medidas enérgicas que el país pide a gritos.
No terminamos de reponernos de la quiebra de PLUNA y del fraude de su liquidación con el costo para todos los uruguayos de trescientos millones de dólares (U$300.000.000) cuando nos sorprendió la víspera de año nuevo con una capitalización de ANCAP, traída de los pelos, por novecientos millones de dólares (U$900,000,000). Parece que de golpe y porrazo nos hubiéramos despertado a una realidad de un universo paralelo donde los años de bonanza económica de nuestro país no hubieran tenido lugar, o quizás sí pero las causas de esa circunstancia tan provechosa no fue justamente una buena gestión y de repente parece tomar fuerza el argumento de que solamente se debió a los precios de los commodities y a una coyuntura internacional muy favorable que literalmente fue desaprovechada por los gobernantes de turno.
Cierre de empresas como Schereiber Foods y Ecolat en la industria láctea, Fripur SA y la planta de ensamblaje de Chery, fueron señales inequívocas de lo que se venía. Para fortuna de los responsables del estado actual de la economía del país, el uruguayo es bicho de crisis y de la escasés, resiliente por excelencia. Sin menospreciar la capacidad colectiva de interpretar la realidad en tiempo real, la verdadera percepción de que las circunstancias macro-económicas cambiaron radicalmente se tendrá de forma gradual al notar que la capacidad de ahorro de algunos se verá escatimada sensiblemente al tiempo que la mayor parte de la clase trabajadora tendrá que hacer malabares para cumplir con sus gastos y obligaciones.
Luego de una cuasi infinita campaña político electoral, entre parlamentaria-presidencial, balotaje y municipales, que también se debe rever a mi humilde criterio, aún resuenan en el inconsciente colectivo de los uruguayos algunos eslóganes como “***** sí les gana”, “Por la positiva”, “Vamos bien “, “Traigo certezas”.
Al releerlos seguramente aflorarán en el lector un paquete de sentimientos, lógicamente en función de lo que cada uno haya votado y de cómo cada quien interprete las cuestiones políticas. Me resulta de orden instar a hacer un ejercicio de abstracción a efectos de cuestionarse, o reformularse, algunas conductas intelectuales que creo condicionan nuestro ideario y lamentablemente comprometen nuestra libertad a la hora de ejercer nuestra ciudadanía.
Haciendo un análisis, no demasiado exhaustivo ni elaborado, pretenderemos entender el porqué del triunfo del FA en las elecciones nacionales pasadas y de la obtención de sus mayorías parlamentarias. Creemos que el electorado uruguayo no se ha caracterizado a lo largo de su historia cívica por arrojarse al vacío, como toda sociedad humana standard (quizá no es justamente en esto que seamos tan especiales como creemos) tendemos a ser conservadores y mantener la inercia de lo que creemos está funcionando, pero he aquí la zancadilla que nos interpone la realidad. Para inducir el futuro, naturaleza humana indica, nos basamos en lo experimentado en el pasado, pero la cuestión es en qué pasado o en qué rango nos basamos para hacer nuestra proyección. Si el conjunto de parámetros que tomamos es discreto, entonces la inferencia en inequívoca, si con este partido en el gobierno estamos bien, pues continuemos así. Ahora bien, si miramos un poco más allá en la historia y vemos que cada vez que las materias primas tuvieron precios crecientes en los mercados internacionales, que es lo que aun más producimos siendo un país muy poco industrializado, hemos tenido períodos de auge económico, lo que deberíamos evaluar es si el gobierno de turno está capitalizando la coyuntura o está simplemente viviendo “la vida loca” sin prever que los mercados así como subieron bajarán y si no guardaron nada, nos habrán de dejar con las “ruedas hacia arriba”.
Quizá al decidir el destino del país debamos ser un poco más críticos:
¿Puede el partido de gobierno ocultar información, tergiversarla, manipularla al solo efecto de mantenerse en el poder?, da la pauta que esto es lo que sucede lamentablemente y parecería ser que lo tomamos como válido sin escandalizarnos demasiado.
¿Estamos todos los ciudadanos capacitados, o tenemos cultura cívica suficiente, como para, al ejercer el voto, decidir nuestro futuro y el de otros?
¿Votamos con criterios políticos y convicción ciudadana o encaramos el sufragio como una revancha entre hinchadas futboleras donde ser de un partido o de otro es como una religión?
Quizá debamos rever el paradigma actual de lo que llamamos democracia que, como ha dicho alguno por ahí “no es lo mejor, pero es lo mejor que tenemos”. Agreguémosle algunos parches y retoques pues nos está dejando algunos baches últimamente y la tarea no es de oposiciones ni oficialismo, es una “Perestroika” mental que tendremos que encarar entre toda la sociedad hacia la construcción de algo nuevo.
Gonzalo Gadea Dutra.
