Un cuento de verano...

 
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Un cuento de verano...

Un cuento de verano...

Treinta y ocho grados de calor y, de golpe, la armonía de la oficina se ve distorsionada por un corto circuito en el sistema que alimenta los aires acondicionados... caos!
Opiniones que, de vigorosas, dan lugar a encarnizadas discusiones sobre quién debe encargarse del asunto.
“Yo pienso que no hay mucho que discutir”, dice uno de los funcionarios, que no hablaba casi y se limitaba a hacer su trabajo sin socializar demasiado, “llamémos a la empresa que los instaló que, aunque ya no estén en garantía, son los idóneos y ya está”.
Pero la moción que primó fue la del “Cacho”, personaje simpaticón, entrador al límite de la irreverencia, con el chiste del día a flor de labios, monopolizando el espacio sonoro del recinto desde su llegada.
“Esto lo arregla en dos toques el “Pepe”, crá de los crácks, le encaja dos tornillos y chau pinela!, a parte, nada bo, te cobra dos cocas”
Ok, por mayoría, ”el Pepe”.
El Pepe, folclórico, cuasi clon del Cacho, ya en la oficina, luego de hablar de la vida y un poco más, esgrime un formulario impreso, a modo de contrato, que todos firman, cobra el 50% adelantado y se retira, no sin antes decir “les queda una cópia, vengo mañana a arreglar esto”.
Tras tres días más de infierno micro-climático, ante la falta de señales de vida del Pepe, algunos funcionarios rescatan la cópia del “contrato” y, obteniendo su número, lo llaman insistentemente solo para depararse con el indignante mensaje que re-dirige al correo de voz...
Cierto nerviosismo comienza a respirarse en la oficina, surge un pequeño grupo que entra a mirar con simpatía a aquel compañero tímido que había propuesto aquella primera moción.
De todas formas la gran mayoría aun vociferaba, qué? Están dudando del Cacho? Le puso la mejor onda y todas las ganas bo! No vengan a sembrar desconfianza ni a acusar ni ensuciar gente!
A las cansadas, se logra contactar al Pepe que, devanándose en explicaciones, se compromete a ir al día siguiente a solucionar de una vez el problema. Llega una semana luego de la llamada y, después de hablar hora y media antes de tomar cualquier herramienta esgrime el infeliz comentario, “che, esto es más complicado de lo que parecía, vengo mañana con otro muchacho” y desaparece nuevamente por otra semana.
Las relaciones interpersonales se tensan un tanto más en la oficina, ya existen dos grupos bien diferenciados, los “pro-Cacho” y otros que tratan de razonar y convencer a todos que, aunque ya hayan pagado la mitad, deberían llamar de todos modos a los técnicos instaladores como propuso el otro funcionario menos popular.
El grupo “pro Cacho” debate en su interna “che, si aflojamo ahora, quedamo como unos boludos, vamo a seguir insistiendo con el “Pepe” y cuando al final lo arregle, le lleve lo que le lleve, ahí sacamos pecho y le decimo a estos giles, vieron, vieron como teníamo razón!”.
Algunos “pro- Cacho” empiezan a dudar de la lógica de los que se auto impusieron como líderes del grupo y se cuestionan en silencio…
Vuelve el “Pepe” con cinco muchachos que, luego de la charla introductoria de una hora, hacen un despliegue de revoloteo intenso por cuanto recoveco pueda tener un cable y dos horas más tarde, con los muchachos a su espalda, prepara un nuevo discurso: “ Gente, están todos quemados porque los que estuvieron antes, o sea los instaladores, hicieron cualquier desastre! Esto nos va a llevar como dos meses para cambiar todo el sistema y les paso para que me firmen el contrato con el nuevo presupuesto” y empezamos mañana!
Los “pro Cacho” que aún eran mayoría, metidos hasta las manos en el baile, lo firman sin pestañear y se intentan auto-convencer de que va a salir todo bien.
Los otros lo ven como un desatino o, más bien, como un suicidio de la inteligencia de la mayoría, pero bueh…
Pasadas dos semanas de la última manifestación “in –persona” del “Pepe” el grupo “pro-Cacho” pierde fuerza y se decide por mayoría llamar al “Pepe” para notificarle que a pesar de lo pagado no iban a realizar demanda alguna pero que habrían de encargarle el trabajo a los instaladores iniciales, instancia que luego de insistentes llamadas logran cumplir notificándole, al propio, de qué manera pretendían manejar todo el asunto.
Al día siguiente el “Pepe” se presenta en la oficina contrato en mano…” Señores, aquí no hay nada que demandar, el contrato es bien claro, si se fijan en el apartado V con letra chiquita podrán leer claramente, que se me asignó el mantenimiento de todo el sistema por los cinco años subsecuentes a la firma del mismo. Eso incluye los salarios de mis muchachos, leyes sociales y viáticos de todo el equipo, lo firmado, firmado está”

El Cacho irrumpe ante los rostros de “linchamiento” de la mayoría de sus compañeros.
- Che, peren, peren, vamo a darle un voto de confianza a esta gente que ya les dije que son crá y de pueblo bo!
- De pueblo? La Conchinchina!, te elegimos a vos pa que nos representases y nos traés estos impresentables curreros ! dale, cantá Cacho que vos también estás mordiendo con estos nenes!
- Y vos Pepe, tas de la cabeza si pretendés que paguemos toda esta torta de disparates.
La respuesta del pepe fue categórica: En todo caso de la cabeza estaban ustedes que firmaron sin analizar nada lo que estaban contratando mijos! Ahora a llorar al cuartito.
Al otro día, sin discutirlo con nadie más que consigo mismo, aquel funcionario poco polpular, llamó por su cuenta a los instaladores iniciales, que en minutos enviaron un técnico.
-Ya está, es la bobina del aire más grande que hace saltar la llave disyuntora del circuito, son ochocientos pesos pieza incluida…

De todas formas, a lo largo de los cinco años siguientes, debieron pagar religiosamente el mantenimiento a cargo del Pepe y sus muchachos entre todos los funcionarios, algunos inclusive, aquellos más simpatizantes del Cacho, a veces, esgrimían, de todas formas, algún argumento justificativo de sus operaciones alegando que si llegaba a pasar algo con los aires, igual era bueno tener la cobertura del Pepe y su equipo por las dudas.
Cualquier similitud o analogía que se ensaye entre esta oficina y un paisito al oriente de un río, no es mera coincidencia, el Cacho podría ser la central sindical, que sé yo… y el Pepe,…Que grande el Pepe!





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