Artículo escrito por Octavio Cruz González
Por más deseo, confianza y positivismo que se posea intelectual y emocionalmente sobre las posibles bondades intrínsecas a la especie humana y sus desarrollos progresivos, en Colombia se vislumbran otros tipos de horizontes, aspectos y variables que concitan y dirigen a las sociedades locales, regionales y nacionales hacia escenarios culturales que propician y provocan reacciones desproporcionadas y hasta antagónicas con respecto al bien común, las cuales van en contra de los objetivos anhelados y buscados por todos; expuesto lo anterior tengo que admitir que quienes nos consideramos progresistas sociales estamos teniendo ciertas dudas, decepciones y preguntas existenciales respecto al gobierno que apoyamos y ayudamos a elegir e instaurar, pero no por ser lo que es sino más bien por estar conformado por seres humanos débiles ética y moralmente además de volubles mentales, al extremo de tener que convivir con una mayoría de seres que sufren de un acentuado arribismo social frente a las tentaciones terrenales y carnales, siendo precisamente el centro del meollo de lo que se está experimentando, viendo y viviendo alrededor de ciertas personas, familiares, amigos, colegas, compañeros y conocidos cercanos al movimiento político que llevó hasta la presidencia al señor Gustavo Petro, todos elementos, motivos y circunstancias que vienen siendo utilizadas por la corrupta oposición que en sus medios de comunicación masiva emanan andanadas noticiosas e informativas, quienes están encontrando en ellos las armas y herramientas ideales para asediar, ahogar y confundir a una ciudadanía desorientada e indolente, pretendiendo obtener el mejor partido posible para poner en movimiento el golpe de estado, que algunos denominan blando pero que en realidad es tan potente a una bomba nuclear contra, bajo y sobre las bases sociales de sociedades totalmente sumisas y sometidas a los intereses de unos sistemas económicos, religiosos y políticos dedicados exclusivamente a tomarse y apropiarse de los recursos del erario de nuestra nación, y el qué, en su conjunto, les permite toparse con unas sociedades colombianas incapaces de notarlo, siendo precisamente la puerta que les mantenemos abierta para que todos estos antisociales, de familia, carrera o convicción, se mantengan en febril actividad hasta lograrlo.