Los nariñenses estamos ad portas de vivir una nueva y deshonrosas página de nuestra historia. Esta vez se trata de la anunciada pérdida de la biblioteca Emilio Bastidas, donada a la Universidad de Nariño por el humanista e intelectual Edgar Bastidas Urresty, ampliamente conocido por la opinión publica regional. En el año 2013 y en un acto de sentido altruismo lega una valiosa y excepcional biblioteca que incluye gran parte de sus libros y los que hicieron parte de la de su padre, el también escritor Emilio Bastidas. Cerca de seis mil libros que reposan en algún rincón de la Universidad de Nariño, por cuanto hasta la fecha no han cumplido con lo pactado en el contrato de donación suscrito entre las partes que consiste en la instalación de un espacio a la entrada de la biblioteca central de la Universidad. Transcurridos cinco años y debido a este incumplimiento se anuncia la donación a otra institución que se comprometa con este sencillo y obvio requisito. En el año 2013 se avaluó la biblioteca en ciento veinte millones de pesos.
Pero más allá del valor comercial lo realmente importante es el significado cultural y literario por cuanto sabemos los nariñenses de la trascendencia de Emilio Bastidas, autor de la novela “El Hombre que perdió su nombre” y reconocido intelectual de Samaniego. Sobre Edgar Bastidas Urresty conocemos los nariñenses de su importante y destacada, por demás brillante, presencia en las letras de Colombia y de Latinoamérica. Razones de peso para valorar la importancia de la biblioteca donada a la Universidad de Nariño y al servicio de las clases populares de nuestro departamento.
Por supuesto que no entendemos las razones que los directivos de la Universidad de Nariño tienen para no adecuar un espacio que permita la preservación y conservación de esta biblioteca y, por el contrario, se cierna la amenaza de su pérdida ante su negligencia y falta de sentido común. No podemos darnos el lujo de perder estos más de cinco mil libros que abarcan todos los campos del saber. Ya nos ocurrió, como lo relatamos en una de nuestras columnas, con la valiosa y excepcional biblioteca del humanista Ignacio Rodríguez Guerrero, que fue feriada y vendida constituyéndose en una pérdida irreparable para la cultura nariñense. Igual nos sucedió con la casa del poeta Aurelio Arturo que debido a la falta de visión política y cultural de nuestros dirigentes se cayó a pedazos sin que demos muestra de su real y verdadero significado.
Esperamos un pronunciamiento oportuno de los directivos de la Universidad de Nariño al respecto. Y formulamos un llamado a la opinión publica del departamento de Nariño, a sus intelectuales y amigos de la cultura para que elevemos nuestra voz de protesta por esta ofensa al patrimonio cultural y literario. No nos podemos dar el lujo de perder una vez más algo tan valioso como esta biblioteca.
Y destacamos la hidalguía y altruismo de Edgar Bastidas Urresty, quien pensando en su gente y en su región se desprende de esa importante colección de libros para entregarlos a la Universidad de Nariño y a sus estudiantes. Ejemplo a seguir y a imitar para que no continuemos perdiendo las ya escasas bibliotecas que se conservan en nuestra región y que terminan feriadas al mejor postor y en otras latitudes de nuestra patria. Debe pronunciarse la asamblea de Nariño, los entes culturales y los intelectuales que saben y conocen de un gesto de esta naturaleza. No podemos permitir bajo ninguna circunstancia que perdamos los nariñenses los más de cinco mil libros que hacen parte de esta biblioteca.