No fue un alivio: fue un atraco. -Abusos del Banco Popular en Pasto-.

 
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A los colombianos nos espera una gran jornada de protesta contra el sector bancario, producto de sus abusos y vejaciones contra sus clientes. Ya empiezan a circular en las redes sociales denuncias de excesos, cobros de intereses no pactados, descuentos inexplicables e injustificable y todo tipo de de engaños que condenan a las víctimas de estas corporaciones a deudas eternas e impagables. En próximo informe publicaré unos videos de una gerente de un banco y de asesores brindando una información errada y totalmente maliciosa, que llevan a sus clientes a la toma desacertada en sus decisiones crediticias. Un engaño que no puede quedar impune.



Confieso que ante los acosos de una innumerable serie de llamadas a mi celular ofreciéndome múltiples beneficios financieros debido a mi “buen manejo crediticio”, decidí tomar uno de ellos y de esa manera entretenerme en unos arreglos locativos pospuestos hace algún tiempo en una pequeña finca y en un apartamento en la ciudad. Hechas las cuentas en reunión familiar decidimos que con diez millones de pesos bastaría. Todos felices por los beneficios que recibiríamos: bajo interés, cuotas moderadas y, sobre todo, un mejoramiento sustancial en nuestra tranquilidad familiar.

Atendimos el llamado de una asesora externa de la sede Valle de Atriz del Banco Popular. Diligenciamos papeles y procedimos a firmar las autorizaciones necesarias para que se nos realice en la cuenta bancaria el desembolso de nuestros diez millones de pesos. Adelantamos compras, realizamos cotizaciones y todo calzaba a la perfección, con diez millones bastaba y sobraba hasta para “el pelo y la pluma”.

A los ocho días, 18 de enero, recibo un mensaje en mi celular indicándome que mi crédito se encontraba listo en mi cuenta bancaria. Pepito y perfumado salí hasta el Banco Popular con el ánimo de retirar mis diez millones de pesos, producto del crédito aprobado. Vaya sorpresa cuando el cajero de este banco me informa que únicamente me consignó el banco ocho millones novecientos tres mil pesos, pero que únicamente puedo disponer de ocho millones ochocientos cincuenta mil pesos. Inquirido el cajero de las razones de este exabrupto se limita a afirmar que él no sabe nada y que se limita a entregar lo existente en mi cuenta bancaria.

De un día para otro el Banco Popular de Pasto me embolata o retiene sorpresivamente un millón ciento cincuenta mil pesos de un crédito de diez millones. Uno de los funcionarios se limita a decir que el dinero está en el banco pero que se lo deja como garantía. Semejante estupidez únicamente puede salir de alguien que no tiene la preparación ni los conocimientos necesarios para justificar este galimatías crediticio. Realizo una llamada y tengo la suerte de contar con la presencia de la asesora externa del Banco Popular, sede Valle de Atriz, y al comentarle el suceso me expresa que ella no sabe las razones de este descuento y que debe ser producto de un error, reiterado o expresado en un audio remitido a mi wasap.

Las gestiones de esta asesora me permiten un dialogo con la gerente del Banco Popular – Pasto, quien en primera instancia expresa que el descuento o retención de más de un millón de pesos se debe a que “el banco trata de asegurarse de que su crédito no nazca vencido”. ¡¡Un Plop¡! Al estilo Condorito. Inexplicable e inentendible. Por su parte la asesora asevera que “lo que pasa es que estos dos meses mientras la pagaduría da orden para hacer el nuevo descuento de la cuota, ellos se aseguran para que el crédito no entre en mora…”. Otro ¡Plop! En esos instantes ya no sé si reír o llorar, o las dos cosas a la vez. La gerente del banco expresa en tono marcial que “esas son transacciones que hace el banco con la pagaduría.”

Ante mi asombro y estupefacción lo único que me atrevo a preguntar a la gerente del Banco Popular es algo totalmente elemental: “¿Es normal doctora, que a un cliente le descuenten o retengan un millón cincuenta cincuenta mil pesos de un crédito de diez millones? Y Por toda respuesta me afirma que “Esa diferencia se la va a recibir en sus cuotas”. Y concluye: “Eso está establecido para todos. Eso no es únicamente para usted, es para todas las personas que atendemos en este banco”. Y procede a aclararme que es “Normal, son los cuarenta y siete días que ya se aseguró el banco del pago, por eso ya está descontado de su desembolso…”.

A pesar de que me he devanado los sesos, confieso que no logro entender esta ecuación bancaria que de un solo tajo se lleva más del diez por ciento de un desembolso crediticio. La felicidad inicial se trocó en un verdadero dolor de cabeza. No alcanza a entender mi breve humanidad las razones expuestas por una gerente y una asesora por cuanto no me cuadran las cuentas, no me alcanzan los números y me sofocan las cifras.

Cómo entender que de un pequeño crédito el Banco Popular asegure que “el banco trata de asegurarse de que su crédito no nazca vencido”. Malandrines que se aprovechan de las necesidades derivadas de una crisis sanitaria y económica y que no se compadecen de las afugias de tantos clientes que se ven obligados a utilizar sus servicios que considero por lo expuesto abusivos y onerosos.

Más grave y delicado aún que la gerente afirme sin rubor alguno que estos procedimientos perversos y leoninos: “Eso está establecido para todos. Eso no es únicamente para usted, es para todas las personas que atendemos en este banco”. Pobres clientes, sometidos a este tipo de exacciones que no se compadecen de los instantes que atravesamos. Grandes y millonarios recursos destinó el Estado colombiano (50 billones de pesos) a los bancos para que faciliten los créditos en condiciones menos dolorosas y agresivas, económicamente hablando.

Expongo mi caso por cuanto sé que es el trago amargo de muchos clientes del Banco Popular de Pasto, de acuerdo a lo expuesto por su gerente. Investigué en otros bancos de la ciudad y puedo afirmar que estos procedimientos y descuentos no se realizan de forma similar, es más, me exponen algunos directivos que este tipo de descuentos se encuentran tajantemente prohibidos en las leyes colombianas que rigen el sector financiero por cuanto rayan con la usura y sobrepasan los métodos utilizados hasta por los siniestros “goteros” que se chupan hasta la sangre de sus víctimas.

Me pregunto ¿dónde se encuentra mi dinero, y el de muchos, embolatado en estos recovecos financieros? ¿Quién los tiene? ¿Quién se usufructúa de ellos? Y ¿Cuándo, si es que ocurre, me reintegrarán estos dineros retenidos y ya devaluados? Lo ocurrido merece una seria investigación, una explicación seria y sensata, una intervención de las entidades correspondientes y cortar tajantemente estos procederes que afectan a cientos de usuarios que acuden a sus instalaciones en busca de un alivio y no de un tormento existencial y monetario.

En oficio que me remite el Banco Popular, simplemente se me expresa que este gravoso descuento se realiza por cuanto “Es importante resaltar que se maneja un periodo de dos meses en caso de que no operara el descuento de manera normal en su nómina (marzo de 2021) y su crédito no presentara vencimiento…”. La ley del Embudo, te retienen dineros, te los desembolsan cuando quieran sin indexación alguna y encima te catalogan como tramposo o un posible deudor a futuro sin posibilidad de pago.

Y si eso están haciendo “con todos”, pues todos debemos protestar. Todos debemos elevar nuestra voz de inconformismo por cuanto juegan con la estabilidad económica y emocional del pueblo colombiano. Un banco que actúa de esta manera no merece ni el aprecio ni el respeto de los colombianos. Merece repudio y rechazo. Después de leer esta nota, usted, amable lector, piense muy bien antes de solicitar un crédito en estas situaciones tan desventajosas y abusivas. Bancos hay muchos, pocos tan ofensivos y leoninos. Sobra decir que no pude realizar los arreglos locativos y que me vi obligado a tocar otras puertas para llevar a efecto los compromisos ya pactados. El drama apenas comienza…
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