Hace unos días escribía acerca de las potencias, poniendo como paradigma lo que se asentó en el Astete 3º—1960 (página 38). Decía, preguntaba (me) más bien, ¿en qué consistían las potencias de que se hablaba ahí?
Cuando se inicia una investigación desde cero —que no se tienen datos de referencia / brújula que nos muestren una ruta siquiera aproximada— las dificultades son mayores, pues la gama de posibilidades cubre todo el universo del cuadrante. Cualquier punto que se escoja igual puede o no ser el correcto para buscar.
Bien. Pero es el caso que siendo una guía de orientación para el buen cristiano, tenía que apuntar hacia lo atañente a las capacidades de la persona como individuo autónomo, y ello necesariamente tenía que referir a sus herramientas naturales; que como sabemos son de dos tipos. Del tipo de dones —personales propios— : del profesional y/o de instrucción; educativos —ya sean académicos o ya empíricos— .
Así, esas, son “POTENCIAS” intelectuales, porque son los medios que nos permiten acometer tareas intangiblemente con las potencias tangibles, las de nuestros sentidos y capacidades de acción. Con nuestras manos y posibilidades prácticas disponibles; con lo que podemos económica Y/O técnicamente.
Como es fácil ver, cada persona posee potencias e intensidades diferentes de estas, en el caso intlectual especialmente.
Buen día.
Jueves, 19 de octubre de 2017.
Fuente: esnoticia.co