A 40 años de la ruptura del orden constitucional, en memoria de los más de 30 mil desaparecidos y en el anhelo de lograr definitivamente la justicia debida en este bendito país, creo pertinente recordar esta parte de nuestra historia que no deja de dolernos, conscientes de que la experiencia nos releva de cometer los mismos errores.
Vívido es el recuerdo de aquella mañana gris del 24 de marzo de 1976 cuando pretendía infructuosamente llegar al colegio: la presidente de la Nación había sido depuesta. Es sabido que ocurrió lo esperado. El golpe de estado estaba latente desde varios meses antes. Isabel Martinez de Perón fue detenida y conducida presa a la residencia Messidor en la provincia de Neuquén. A las 03.20 horas las cadenas radiales transmiten el comunicado N° 1 de la Junta Militar por el cual se informaba a la población que la conducción superior del Estado Nacional quedaba a cargo del Tte. Gral. Jorge R. Videla, el Almirante Eduardo E. Massera y el Brigadier Gral. Orlando R. Agosti. En nuestra provincia se hacia cargo del gobierno el entonces titular de la Va Brigada del Ejercito Gral. Antonio D. Bussi, deponiendo al gobernador Don Amado Juri.
La Junta de comandantes asumió el poder y designo como Presidente de Facto a Videla, comenzando el autodeterminado “Proceso de Reorganización Nacional”. En materia económica, fue designado ministro José Martínez de Hoz, el cual anuncio su plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras.
En aquellas circunstancias aciagas, es público y notorio que se impuso el terrorismo de estado el que desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular. Se instauró el terror en la población imponiendo el “orden” forzado. Fue el proceso más sangriento registrado en toda nuestra corta historia institucional y que nuestro pueblo tenga memoria.
Trágica mañana aquella: “¡volvete a casa! No va haber clases” rotundas palabras que aun resuenan en mis oídos, habían comenzado días tristes para nuestro pueblo. Los niños robados o paridos en los centros de tortura fueron inscriptos como propios por los represores, vendidos o abandonados “la subversión era considerada hereditaria”.
Hoy mas que nunca cada ciudadano debe realizar sus tareas, por mas humildes que estas fueran, con la convicción de estar edificando un nuevo país, con el respeto a los valores y al semejante. Nuestras fuerzas armadas no deben olvidar el rol que les compete por mandato constitucional, como tampoco los argentinos habremos de soslayar la gloria obtenida en las distintas epopeyas de la independencia y en las que la seguridad nacional lo requería.
Entonces caí en cuentas que había perdido más que un día de clases, había perdido el derecho a vivir en libertad junto a 25 millones de hermanos, todo un pueblo vio frustrados sus sueños y miles de madres comenzaban a llorar la perdida de sus hijos y nietos.
A 33 años de la recuperación de la democracia, los argentinos no debemos perder la memoria de aquellos trágicos años de la dictadura militar, sólo así, contrastando las circunstancias percibiremos el verdadero valor de la libertad.
Nuestro pueblo debe transitar unido y en paz en busca de la felicidad, norte del Bien Común y todo esto solo tiene cabida en democracia, en la que cada individuo aportando su trabajo contribuye al engrandecimiento de la patria.
En esta noche de reflexión a más de 3 décadas del fratricidio argentino, mi pueblo y yo volvemos a clamar “Nunca Mas”.
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