Imagen: Alfred Cheney Johnston (1885-1971)
29 marzo 2021
- Tenía un amigo que un día dejó de hablarme, entre otras cosas, porque le dije que había leído a Rosa Montero en su libro Amado amo.
- Tenía un amigo que cuando íbamos a la Charcutería y había mucha gente en la cola, pedía un jamón entero y cuando le preguntaban si se lo envolvían decía, si, pero lo quiero a taquitos.
- Tenía un amigo que le gustaba orinarse en las tazas de los inodoros de los bares y luego echaba mercromina.
- Tenía un amigo que siempre me invitaba a comer pero, siempre, acababa pagando yo.
- Tenía una amiga de trabajo con gafas guay y minifalda, que siempre que le hablaba de relaciones me daba una bofetada, pero siempre antes de aclararle que eran las relaciones de ventas.
- Un amigo mío del trabajo me decía que si llamaba su mujer que le dijera que había salido a una obra con problemas estructurales y que tendría para toda la noche, ya sabéis, pero un día ella llamó y al contarle lo de siempre, me dijo si yo quería ir a cenar a su casa y me lo pensé … había preparado ostras, cigalas y gambas hervidas.
- Tenía un amigo que un día me dijo que se suicidaría y luego, bastantes años después, acabó siendo mi jefe, sí, un jefe muy cabrón y autoritario.
- Tenía un amigo y jefe, que le gustaba hacerme pum, pum, con el dedito en mi frente, mas tarde me enamoré de él.
- Tenía un amigo de cuatro patas muy peludo, color canela, al que quería mucho pero un día se murió y lo sentí como nunca lo había sentido por otro y otros.
- Un día y de modo inesperado, tuve un amigo que, tras muchos años sin verle, me dijo que un día fue feliz.
PD: El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice. (Aristóteles)
Fuente: etarragof.blogspot.com