Lyn May es considerada una vedette mexicana. Sus padres se caracterizaron por su profunda ignorancia y su vacua existencia. Padre alcohólico , madre carente de cultura.
Desde niña vivió el terror de su existencia. Su madre llenaba sus vacíos con alcohol, amantes y sexo. Su padre, casi siempre ausente, un alcohólico empedernido que trataba mal a su madre y llenaba de vergüenza sus días.
Quizá estos factores hicieron de Lyn un ser vacío y carente de esencia existencial. Le gustaba presumir ropa y lujos como una forma de paliar su triste y miserable existencia.
En una sociedad tan vacía como ella, alcanza a figurar y sobresalir por sus atributos físicos y su arribismo. Se muestra con ropa fina y elegante, con autos de alta gama, con lujos excesivos y toda una parafernalia que deja entrever sus profundos vacíos y su gran crisis existencial.
Se define como brillante, emprendedora y exitosa. Pero la realidad, es otra. Presume de vedette, de Diva, de figura social. Lo único que se puede ver en cada una de sus ostentaciones es su profunda soledad, su dolor de existencia, su angustia de ser quien es.
Sus continuas cirujias plásticas son un claro reflejo de que no le gusta lo que ve en el espejo por cuanto le recuerdan su pasado triste y gris, su niñez atribulada y deprimente.
El mundo aplaude lo vano, lo vacío. Es necesario querernos como somos, mostrarnos sin maquillajes y, sobre todo, vivir a plenitud las cosas bellas y sencillas.
Hemos creado monstruos que miran en el espejo la imagen de un picaflor. Estas vedette son el reflejo de lo que somos como sociedad: vanos, vacíos, fatuos, sensacionalistas y utilitarias.
Lyn May somos todos. Esos aplausos son la expresión de la cultura que respiramos, de lo degradante de nuestras existencias. Tanto lujo no es otra cosa que la necesidad interior de negar un pasado, de repudiar esa triste niñez.
Equivocamos de caminos. Seguimos los pasos de Lyn May....