El color tiene propiedades espectaculares que se proyectan en milésimas de segundos hacia nuestro lóbulo occipital, lo que genera señales nerviosas que influyen increíblemente en nuestras decisiones, estados de humor, estados de ánimo, energía espiritual y más.
Es por ello que utilizar las emociones o sensaciones que emite cada color para nuestro beneficio es una de las medidas más inteligentes que podemos tomar. Debido a que inconscientemente cada color influirá en nuestra mente y conducirá nuestros estados de ánimo hacia lo que queremos.
En las habitaciones normalmente queremos tranquilidad, intimidad y paz, para lo que colores como el azul celeste, el ‘ultra violet’, un blanco con negro o un verde manzana serían sensacionales, pues estos colores transmiten este tipo de sensaciones. En caso de los colores claros permitirán que tu mente se sienta relajada y abierta, mientras que con los colores oscuros como el ‘ultra violet’ la creatividad y la intimidad se exacerban.
En caso de la cocina colores enérgicos como el amarillo, el naranja y el verde resultan favorables para que nuestra estadía y trabajo en esta área del hogar pase desapercibida por el cansancio mental.
En caso de la sala necesitamos un color algo neutral, relajante y poco enérgico, como lo son el blanco, el beige, el negro o el lavanda. El azul es quizás la opción más importante para esta área de la casa.
En el caso de los baños el blanco en combinación con colores oscuros y místicos es la mejor alternativa, pues promoverá ese escape que a veces deseamos cuando queremos darnos una ducha relajante y quitarnos el estrés. La hora del baño es sagrada y suele ser ese momento del día en el que deseamos simplemente cerrar los ojos, soltar los hombros y relajarnos.
Así que, ya sabéis, ten cuidado con qué tipo de colores te metes, pues podrías crear un nexo negativo entre tu mente y su entorno. Por ejemplo, no es recomendable pintar la habitación con completo azul, ya que nuestra mente podría estar proclive a la tristeza, la nostalgia y energías que desatan cortisol.
Fuente: www.pintoressanz.com