A un grupo de voluntarios se les ofreció hacer cosas de la vida normal pero con un pequeño componente: verían y escucharían todo con unos segundos de retraso
Los aparatos simulaban un lag (retraso producido en una telecomunicación) que podía ir de los 0,3 a los 3 segundos.
El resultado es tan hilarante como cabría esperar. Desde el tipo que juega a ping-pong con los mismos reflejos que un zombie a la que chica que da tumbos intentando seguir una clase de aerobic, pasando por el intento de cocinar crepes o derribar bolos, el vídeo demuestra que si el lag afectara al mundo real nos comportaríamos como alguien que se ha tomado 35 chupitos.