Alguien me dijo una vez: “Cuando un amor adquiere el sabor del whisky, es tan mágica la noche que parece irreal”.
Esa madrugada sonaba un blues pegajoso como el sudor de una negra enamorada. La luna llena se había acomodado al final una callecita empedrada de Palermo, y en el bar el hacinamiento bohemio era tal, que sus paredes de ladrillos viejos se hinchaban.
Las voces se mezclaban como en una torre de Babel porteña, y el tic tac de mi reloj era el cronómetro de un deseo incontrolable.
De pronto, la vi entre caras borroneadas por la espesa cortina de humo. Su fulgor abrió esa niebla de tabaco y me encandiló. Quisimos decirnos algo, pero un beso nos atragantó el alma.
Después nos trajeron aquel whisky con los aromas de una vieja Escocia de druidas, mares tormentosos y lunas pecadoras.
Desde ese momento las palabras se durmieron, y pudimos comunicarnos con la piel y la mirada.
De pronto surgió en el aire, la voz carnal de Nina Simone cantando: “Whatsa matter daddy, come on save my soul, i want some sugar in my bowl”.
Y repetiste esas palabras tomándome de la camisa para llevarme hasta tu boca. Su olor de amante, el whisky, Nina, la noche sedienta, sus labios de seda, mi urgencia y sus ojos atascados en los míos, hicieron que buscáramos el amparo de las sábanas con otra botella escondida en su cartera.
La madrugada fue la sal de su piel suave, Cuando sus piernas se abrieron para darme
Su alma encendida de sexo y alcohol.
La recorrí como a Escocia –lentamente, mirando cada paisaje, saboreando cada
sabor de sus maltas, acariciando esos cielos de magos, hechiceros, madrugadas drogadas
espadas en bosques y manjares tentadores.
Gemidos, gritos, sus uñas marcándome la espalda. Mis manos agarradas a su pelo, y al fin,
Luego de caer en el abismo, en ese dolor al revés que es el orgasmo que llega cuando quiere. Cerrar los ojos para Dormirse en sus olores húmedos de mujer.
Y después…qué importa del después, como dice el tango.
Hoy, al despertar, el sol hirió mis ojos. El universo es el mismo de siempre, no hay ningún bar en aquel lugar de Palermo y ella no está, o no existe.
Me preguntó si fue imaginario, o no, aquel amor malta pura. Al fin, el pasado se parece tanto a un sueño que se desgaja con cada mañana…
Mi vaso está vacío y es el único que hay en mi mesa. Ni siquiera hay una botella para escaparme de esta celda vacía que es mi habitación arrumbada en una noche de tormenta.