¿PORQUE NO SE INVESTIGA A LOS JUECES Y SUS PATRIMONIOS?
La peor corrupción existente no solo es la económica sino la judicial.
Corrupción judicial para beneficiarse o beneficiar o perjudicar a terceros mediante fallos, decisiones o conductas antiéticas impropias de la responsabilidad que detentan.
Paradójicamente vivimos en un sistema republicano donde un juez de la Nación favorece los intereses del gobierno de turno permitido por el mismo sistema en su telaraña envolvente.
Dentro del contexto de una justicia que da vergüenza.
Con jueces nombrados mayoristamente por influencias políticas o judiciales o casos de tener relaciones carnales con algún camarista.
A los ejemplos de jueces como Norberto Oyarbide quien cajoneó algunas de las denuncias iniciadas contra los Kirchner y en horas desestimo la causa sobre ellos de enriquecimiento ilícito.
Pero no se trata sólo de un problema referido a Oyarbide, sino que todo el sistema judicial y político argentino es corrupto y está pergeñado para que nadie jamás purgue pena alguna por su responsabilidad en actos de corrupción pública.
Actualmente los escándalos judiciales que protagoniza el camarista Eduardo Freiler, integrante de la Sala I de la Cámara Federal porteña, a quien el abogado Ricardo Monner Sans lo denunció por enriquecimiento ilícito que hasta hoy no ha podido explicar y por su sospechosa participación societaria en la financiera, que puso en marcha la aceitada maquinaria judicial para defender a sus miembros a partir del principio "hoy por vos, mañana por mí".
Lo que dejo en evidencia una red de complicidades y encubrimientos en la justicia federal.
Un modus operandi en el cual los delitos cometidos por jueces y fiscales que se apañan y se protegen entre ellos y que, al hacerlo, cometen nuevos delitos a los que ellos otorgan un blindaje de impunidad.
Son varios los problemas de Freiler, uno de los magistrados más allegados y funcionales al kirchnerismo.
El camarista Eduardo Freiler hasta ahora no ha podido explicar cómo obtuvo el dinero para poseer de caballos de carrera, campos, una mansión en Olivos, un departamento en Pinamar y una flota de automóviles de colección un yate además de un 50% de un balneario en Necochea entre 2012 y 2015.
La realidad es que si se investiga con profundad seriedad llegando hasta las últimas consecuencias el patrimonio de los jueces no pueden justificarlo.
Jueces que cuando ingresaron al Poder Judicial alquilaban un modesto departamento y hoy poseen propiedades millonarias, autos de lujo, un tren de vida envidiable y hasta campos.
Sugestivamente la repuesta a tal crecimiento con salarios mensuales del orden de los 100.000 pesos es que fue producto de una herencia recibida.
Jueces que avergüenzan a la justicia en todos los fueros Federales y nacionales sin distinción.
A dirigencia política también es gran culpable imponiendo sus jueces como representantes de sus intereses al Consejo de la Magistratura.
Todo en un marco hipocresía institucionalizada y de inmoralidad generalizada donde el ciudadano que paga sus impuestos para sostener un sistema judicial que ampara sin castigo a los corruptos enquistados en el Estado en una farsa donde la justicia cuenta con jueces y funcionarios corruptos judiciales.
Con este tipo de procederes, reñidos con los más elementales principios de moral pública, estos jueces corruptos han perdido toda autoridad moral para juzgar a nadie.
Logrando además destruir la confianza en las autoridades judiciales y en el sistema judicial.
Un país para estabilizarse y crecer necesita una justicia sana y ejecutiva para todos los ciudadanos por igual, sin distinción alguna.
Lamentablemente hoy la justicia argentina es el símbolo de la desconfianza con mucho haber pendiente con la sociedad.
Reservados todos los derechos Santiago Oreggia©