SIMBOLOGÍA MASÓNICA
El Símbolo constituyó el núcleo de las culturas que son hasta hoy bases intelectuales del mundo occidental: Zoroastro, los egipcios, fenicios, caldeos, judíos, cristianos, musulmanes, Pitágoras, Sócrates, Platón, expresaban sus ideas teológicas, políticas o científicas por medio de símbolos.
El Símbolo provoca en el hombre una "emoción incontenible y le permite llegar al éxtasis de la idea que nace". A diferencia del signo, la comprensión del Símbolo es una experiencia esotérica, difícilmente comunicable, que requiere una íntima vivencia personal. El esoterismo es precisamente el estudio de lo que está adentro, sin apariencia, lo que está oculto, aquello que no es visible. Las vivencias esotéricas no son espontáneas o inconscientes, sino que requieren un acto de voluntad que permite la entrada a un ámbito en el que los valores propios de la vida espiritual y material adquieren un significado metafísico distinto e irrepetible al que se entra como en todas las corrientes de pensamiento superior, según Mackey, mediante la "severa ordalía de la iniciación". Por su lado, lo exotérico constituiría el velo con que se cubre aquella inmanifestada, pero principal y trascendente verdad.
Al igual que la ciencia, la filosofía o la historia, nuestra Orden se enfrentó con problemas para ampliar el número de aquellos precursores que estuvieran en condiciones de colaborar con la construcción de un mundo mejor. Pero fue recién en el correr del siglo XVIII, en el que la Masonería, recuperada de los dolores propios de un difícil parto, optó por la reanimación de aquellos símbolos utilizados por los maestros constructores de las catedrales góticas de la Edad Media.
La representación simbólica de herramientas como el compás, la escuadra, la regla, el nivel, la plomada, la trulla o llana, cumplen con una doble función: una, tender puentes entre la masonería operativa y la especulativa. Pero de mayor importancia es la de traducir tanto elevadas normas de conducta, como concepciones existenciales, dejando al individuo en libertad para ubicarlas dentro de su propia e individual escala de valores.