ueños de hombres, creyéndose hermosos machos cabríos, se enriscan con bríos sobre cumbres impías, pensando en hembras vagando con la plena libertad que les proporciona el poderse saciar donde su apetito sexual les provoque y complazca los instintos íntimos, sacados hacia el exterior por su libre albedrio, dejando en evidencia a aquellos que solos delatan sus niveles de violencia sin siquiera considerar en la ecuación su feúra emocional.