Ningún Dios, hasta ahora, ha bajado de su reino, o de su altar o pedestal,
para advertirle a la humanidad lo que está bien o mal hacer,
manteniendo un silencio cómplice con la actual y absurda realidad,
lo cual debería ser motivo y causa suficiente para que cualquier ser
tuviera que dudar por su extraño proceder,
pues se supone que su máxima función, y su único papel,
es colaborar, amparar y proteger a cada ser vivo,
que hipotéticamente han sido creados o surgido de sus manos,
estando siempre prestos a su ayuda con la magnanimidad de su poder y proceder,
sin embargo, quienes dicen ser sus directos emisarios, dentro de suntuosos templos,
mientras que al mismo tiempo no se cansan de recaudar óbolos a diario,
siguen sosteniendo que ellos están escuchando todos los llamados,
de los innumerables y tumultuosos seres humanos,
desesperanzados, humillados, explotados o simplemente abandonados a su suerte,
además de los angustiosos llamados de todas las demás especies,
que por millones mueren desangrados, aplastado y destrozados a raíz de su maltrato,
ya que si algún Dios fuera real actuaria de inmediato ante esta cruda y dura realidad.