La ciencia y la tecnología son claras señales evolutivas,
on las cuales se comprueban que la especie humana
posee una función fisiológica que le facilita pensar para comprender,
pero paralela a ellas se mantiene incólume la religión,
como una marca permanente de regresión y atraso,
haciendo de los humanos unos monstruos colectivos,
incapaces de vislumbrar los efectos que produce el mantener
semejante hibridación mental,
lo cual le provoca el tremendo pero evitable aborto molecular
que la está conduciendo hacia un final inevitable.