Un entremés.
Hace unos días me hice el siguiente cuestionamiento, como si hablara con el Espíritu Santo —y vuelvo a aclarar. Yo, ni de lejos, tengo algo de santidad en ley— . Me dije: Si tú, Sr. Que todo lo ves y que nadie te ve me provees permitiéndome imponerme de alguna respuesta, ¿qué debo o puedo hacer con ella? Por ejemplo, Sr., dime, ¿es mi mente (como la de cualquier hombre o mujer) científica, o sabia?
Analiza, me dijo.
Si eres científico, respetuoso de la naturaleza, tu mente es científica, pero si eres respetuoso de Dios tu mente será sabia.
¿Y tú, Sr., cuál consideras que es la forma en que trabaja mi mente?
Me respondió. Eso, para tus estándares, has de saberlo tú, no yo. Sólo déjame decirte algo. Tú las tienes ambas. Igual que todos al alcanzar la edad adulta, llegan con ambas a esa edad o antes, pero unos pierden o abandonan una u otra, siendo muy pocos los que conservan un equilibrio entre ambas formas de pensar. Y si me has hecho esa pregunta es porque ya sabes la diferencia entre una y otra
Hagiografía y hagiógrafos
La hagiografía, o el estudio de los santos y la santidad —por eso el título incluye la aclaración de Los DE VERDAD. Porque es claro que las BASURAS esas que metieron/COLARON al Vaticano de eso no saben ni mierda— , es algo que a la mente común le viene bien si quiere hallarse a sí misma (al hombre o a la mujer que sea, les viene bien). Por la misma razón que inserté algo al respecto, en el entremés.
Eso es igual como hablar de prolijo, proceloso, profano, proverbios, o… prolatínicos.
No es lo mismo intelectual que hagiógrafo.
Y la cosa con los principios anida en las bases físicas.