Como feminista apoyo que seamos las mujeres las que demos los pasos pero ¿qué pasa cuando todos los pasos están dados?
Cuando ya no hay nada más por hacer o decir, ¿debemos tirar la toalla? ¿Deberías salir de ese campo de batalla? ¿De ese camino de minas que hemos construido nosotras solitas?
Con el paso del tiempo te das cuenta de que no podemos esperar a las personas, ya que ellas no van a esperarnos a nosotros, pero puede que haya una, en algún lugar que si esté de pie al menos unos segundos por nosotros.
Esos segundos en los que, cada centímetro cuenta, ya sea para decir hola o la triste despedida.
Muchos de mis lectores me preguntaban, como saber si es amor, o si tal vez es un simple cliché, nunca sabremos si lo es de verdad pero puede que la decisión de quedarnos unos instantes esperando a una persona nos ayude a encontrar lo que sentimos o quizás es que nos sentimos muy solos y no queremos marcharnos aún a casa.
Hay cosas que duelen, porque al decirlas en voz alta hieren al resto de personas y sobretodo a nosotros mismos como: “mis padres están enfermos”, “me siento solo”, “me estoy divorciando”, “ya no puede volver a ser lo que era…”
No obstante eso no significa que tengamos que mortificarnos o clavarnos la culpa como chivo expiatorio haciendo que afecte a esa persona que se queda unos segundos.
“Probablemente las relaciones son eso, segundos en los cuales esperas a las personas y decides si te quedas o te ausentas , si saludas o giras el rostro , si te comprometes a dar un beso y lo das o sólo construyes castillos en el mar.”
Por Alba Molera Romero