El pasado, nuestro pasado, un vórtice paralelo, inherente en el subconsciente del ser humano que nos hace revivir todos y cada uno de nuestros recuerdos cuando cruzamos una calle, escuchamos una canción o simplemente cuando estamos solos. Pero es de sabios rectificar y debemos entender que el pasado, es un ancla demasiado pesada para cargarla con turbación, miedo o nostalgia. Puede y sólo puede que el pasado sea eso, nuestro colchón, nuestro puente trampolín para años venideros y será él el que nos haga ser capaces de mejorar, de darnos alas y de alzarnos a lo más alto.
No debemos mirarlo con pena, sino con la cabeza alta, alta para poder mirar no sólo lo que creemos visible sino también para obtener una visión panorámica de todo lo que nos rodea.
Al fin y al cabo la gente se muere, las relaciones terminan, los ordenadores se quedan bloqueados cuando más los necesitas y en ese espacio de tiempo conoces a alguien, y te pones a hablar de lo más absurdo del mundo: los dibujos animados. ¿Casualidad? ¿Destino?
Puede que en cuestiones de amor tengamos que avanzar, sabiendo que somos humanos, cometemos y cometeremos errores pero lo más importante es avanzar, querer llegar más alto y quien sabe, puede que en un instante conozcamos a alguien que parece haber salido de una novela del siglo XIX y que él crea tener más faltas, estar idealizado o creer que va a ganar siempre.
¿Podemos avanzar o nos quedaremos en el baúl de los recuerdos?
Al final todos queremos lo mismo, llegar a casa, sentarnos en el sofá y estar con esa persona aunque sólo sea para ver… dibujos animados.