Una vez más surge para los argentinos la posibilidad cierta de producir un cambio que más allá de lo electoral signifique una verdadera forma de ver culturalmente las elecciones nacionales, provinciales o municipales. Este verdadero cambio es la implementación, de la boleta electrónica única, una nueva forma de votar y de ser escuchado en los estrados electorales cada dos años.
Resulta ya un lugar común reconocerle al actual sistema de boleta impresa o de papel el calificativo de injusta, inoperante o insuficiente al menos para reflejar la opinión que todos los argentinos tenemos que dar cada dos años en el sistema democrático y en las urnas. Los fraudes que se realizan con dicho procedimiento son harto conocidos y se repiten las protestas contra ellos cada dos años en oportunidad de cada elección. El voto cadena, el voto no computado, el voto premiado, etc. son algunas de las modalidades fraudulentas que elección tras elección venimos soportando todos los argentinos desde que en el año 1983 se restableció el sistema democrático en nuestro país. Obviamente que los partidos minoritarios, con menos aparato, son los que más han sufrido de estas irregularidades y de estos vicios electorales que aun presenta la democracia al no tener la posibilidad ni fiscales suficientes de monitorear las elecciones en cada una de las urnas de la Republica.
Las críticas al sistema de voto electrónico provienen de aquellos sectores que mayoritariamente han hecho uso del clientelismo y del fraude electoral como una de sus formas de expresión. Así se sostiene sin fundarlo demasiado, el concepto de que el voto tecnológico permite más truchadas que el voto impreso, o por ejemplo que votar con una maquina no es lo mismo que votar con la boleta entera impresa. Se dice así que el fraude tecnológico es más viable y posible que el actual fraude con boleta impresa porque hackear la máquina de votación resultaría más fácil que detectar los fraudes con la boleta impresa. Naturalmente, no se dice que para realizar un fraude tecnológico habría que contar con un número milenario de hackers que a lo largo y ancho deformen la voluntad del votante mediante la penetración en las más de veinte mil mesas que, por ejemplo, la provincia de Bs. As. con lleva.
Pensar que con la boleta única electrónica se superan todos los vicios formales que el Comicio encierra es también una falsedad. Se necesita implementar junto a la reforma de las maneras de votar, un auténtico sinceramiento financiero de los Partidos Políticos y de sus aportes junto a una serie de instituciones que, como por ejemplo, la revocatoria de mandatos si profundizaría la revolución electoral que los argentinos nos merecemos.
Descalificar a la boleta electrónica única argumentando su debilidad electrónica es absolutamente inconsistente y los esfuerzos se deben realizar para superar los posibles fraudes electrónicos y encontrar una mayor seguridad en el voto de cada ciudadano. Eso es mirar para adelante y no para atrás, eso es avanzar y no detenerse, eso es, en definitiva, hacer que la democracia argentina sea un poco mejor.
Dr. Eduardo Andriotti Romanín
Miembro del Comité Nacional Partido Socialista Auténtico.
