Tremendamente gigantesca y terrible además de preocupante es la tolerancia, indolencia, confianza, pasividad e indiferencia de las sociedades del mundo, entre ellas sobresalen las colombianas, frente a los hechos que se están descubriendo, reconociendo, sabiendo, constatando y viendo por doquier, y es que son los dueños de las entidades financieras, los mismos que reciben, lavan y legalizan las millonadas de riquezas y dineros obtenidos, producidos y esquilmados por los antisociales, narcotraficantes y mafiosos de toda índole, actuando en paralelo a la función social de guardar, proteger y asegurar los recursos obtenidos a través de los esfuerzos y trabajos personales y legales, al confirmarse que igual se han ido quedando con los principales medios de comunicación, supuestos receptores y amanuenses de la fe y credibilidad pública, para posteriormente informarles engañosamente que es lo que está bien o que está mal, aprovechando que contienen entre las cuentas bancarias los ahorros y dineros de todas las personas componentes de las sociedades humanas, desdibujando y maquillando de esta manera lo delincuencial con lo legal, suceso trascendental porque es la forma de naturalizar el caos social que provoca la ilegalidad.