i eje ni centro le corresponde ser a la especie humana en el árbol de la vida sembrado por la evolución, si mucho es el extremo de una de las muchas ramas, las cuales se van perdiendo o transformándose en troncos, los que regularmente se quiebran una vez se van quedando sin función distinta a servir de estorbo contra una existencia especifica o general, en especial cuando son generadoras de sustancias y elementos tóxicos, que solo serán aprovechados por organismos expertos en obstruir el espacio tras el basural creado.