28 enero 2023
- Tras una larga noche toledana (la de nuestro viernes la nuit) el desenfreno conduce a una resaca corporal que no permite, precisamente, irse a subir el Moncayo o a bailar una jota como hacía en mis tiempos de Alferez de Pontoneros en el año 70 y ni siquiera a pegarte un baño consolador en la "Playa de Nudistas de El Cabo".
- La vida pasa, más bien se funde, sin que nos demos cuenta. Ya no son las horas, ni los días, son las semanas y los meses quienes descuelgan las hojas del calendario a una velocidad nada deseable. Hace poco, las chicas salían de noche, prácticamente en bolas, y ahora vienen con abrigos de pieles o enfundadas en ropas parecidas a las que usaba Isabel la Católica, claro que como es ropaje tipo cebolla, al rato, tras la primera copa y la segunda bachata, se empiezan a mostrar esos cuerpos de gimnasio, ayuno y "retoquitos" de botux y ácido hialurónico, que alegra la vista a los más veteranos y a los más excelsos y peligrosos bailongos de la noche en busca de un final feliz.
- Uno de mis amigos de la noche, de la Provenza francesa, me preguntaba al filo del amanecer si yo tenía poderes para administrarle alguna dosis, vía jeringuilla, de algún mágico líquido que le evitara el mal de hombro que no le dejaba dormir. Silvie, su maravillosa, joven (unos sesenta y pocos) y encantadora pareja, me dijo escapándosele una coqueta y también cachonda risa burlona: "Pónsela por todo el cuerpo, Henri, pero primero de cintura para abajo, ahí, justo en el centro".
- Bien, todo eso sería anecdótico si no fuera porque, al levantarme y ponerme, perezosamente, a leer los mensajes del wasap y del correo-e, he leído en el blog de Tracy que existía una gran escritora, paisana, pero totalmente desconocida para mí. La busqué en la Red y me enamoré de ella, Susana March (1918-1990). Dejo aquí una pequeña perla de su extraordinario legado literario:
¿Me reconocéis?
Hace poco, apenas ayer mismo,
yo era una muchacha
con una grave voz de adolescente,
un cándido amor por la vida,
una crédula fe.
¿Me reconocéis?
Apenas ayer mismo,
yo llevaba un traje de colegiala,
un lazo azul celeste sobre el pecho,
una cartera de cuero bajo el brazo,
me sabía de memoria todos los cuentos de hadas,
tenía amigas
con calcetines blancos...
¿Me reconocéis?
Apenas ayer mismo,
yo acunaba a un niño pequeño entre mis brazos,
besaba a un hombre por primera vez,
obedecía las órdenes de mi madre,
dibujaba anagramas en las sábanas de boda.
¿Me reconocéis?
Apenas ayer mismo, yo era una mujer joven...
Susana March
Fuente: etfreixes.blogspot.com