Nuestra dulce Lu y su Botero

 
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 Nuestra dulce Lu y su Botero


29 julio 2022

– Nuestra dulce Lu volvió a escribir:
_____________________________________________________________________________

Gracias a Botero

Siempre estaba flaca, prolija, arreglada. Era divertida, carismática, contestataria…Siempre encontraba la palabra justa y hablaba con una seguridad envidiable.

Su inteligencia práctica la ayudaba a tener una respuesta a flor de labio para cualquier circunstancia. Era la compañera ideal para armar peñas, fiestas, juntadas de amigos y amigas.

No sabía bailar. De todas maneras, si había que bailar… ¡bailaba! Nunca le importó el “que dirán”

Era la que escribía las palabras de despedida en las fiestas escolares, cartas de cumpleaños, reclamos estudiantiles y mucho más. ¡Adoraba leer y escribir!

De entre sus amigos y amigas, particularmente dos (uno y una) le prestaban libros y con ellos hablaba de arte, de cine, de cultura general.

Eran tiempos difíciles para ser adolescente…Había secretos socialmente compartidos, cosas de las que no se hablaba, se era “bueno” o se era “malo”

Si alguien pensaba diferente, sentía diferente, se apartaba del camino trazado, era mirado con desconfianza.…

Ser comunista, por ejemplo, era malo. Ser gay era malo y ella, por supuesto, tenía algún amigo gay.

También era amiga de todos los varones, tan amiga que sabía de qué chicas gustaban y fue así que más de una vez jugó eficazmente su rol de “Celestina”.

Tanto que todas sus amigas se iban casando y ella, flaca, divertida, carismática, asistía a las bodas, recibía ramos, anillos de las tortas, se enamoraba…

Sin embargo

¡los muchachos más de ser amigos no pasaban!

Es más, le seguían contando de sus conquistas, sus experiencias sexuales. Ella siempre sonreía y todos la creían “una chica de avanzada”.

Y así, entre penas de amor y otros sinsabores, los almanaques se iban quemando.

Asistió a los bautismos de los hijos e hijas de los matrimonios amigos, luego asistió a los 15 de las chicas…

Sus historias de amor, seguían siendo fugaces e inversamente proporcionales al tiempo que ella necesitaba para “desenamorarse”.

Empezaba a engordar un par de kilos. Entonces hacía la “dieta de la luna” y se volvía a acomodar. Seguía siendo tan flaca, tan dicharachera, tan…solitaria. Su mirada triste la delataba pero… ¡nadie lo percibía!

A veces pensaba que su personalidad era extraña, que ella misma era como dos mujeres. La que lloraba por las noches, a solas con su almohada, y la otra: la popular, la que acudía a los llamados de amigas que empezaban a separarse, la que sonreía y contaba chistes, la que seguía teniendo la palabra precisa en el momento preciso.

Sus historias de amor… ¡a cuál peor!

Las primeras arrugas en la piel eran como un fiel reflejo de las arrugas de su corazón.

Se cansó un día de estar flaca, de no llorar, de tener la palabra precisa…

Se cansó de que los hombres le dijeran que mujer como ella… ¡ninguna! Y darse cuenta de que siempre se quedaban con “esa o aquella ninguna”.

Se cansó de que algunas mujeres que lloraron sobre su hombro, fueran por el segundo o tercer marido.

Se cansó y se encerró en su refugio-casa-bunker. Empezó a comer, a engordar, a ver novelas lacrimógenas y sin sentido. Empezó a disfrutar de ese sinsentido y dejó de esperar que el teléfono sonara. Una vez por semana pasaba por el supermercado y llenaba el chango de calorías.

Engordó tanto que tuvo que salir a comprarse ropa tres talles más del que usó en los últimos 10 años.

Fue por ese entonces cuando, una tardecita de primavera, tuvo un impulso olvidado, arrugado. Lo sacó de algún rincón de los recuerdos, de alguna foto antigua…o quizás de algún sueño alado. Se pintó un poco a la vieja usanza –labios, rubor y delineador- se puso su mejor vestido y salió.

Entró a una tienda de “talles especiales para señoras” y cuando salió del probador con una camisola colorida y fresca y un pantalón negro un señor, flaco y sin panza, de años indefinidos y sonrisa pícara le dijo.

– ¡Guau! ¡Que linda! ¿Sabés como podría comunicarme con Botero? Debo avisarle que acabo de encontrar la imagen de alguno de sus cuadros. Me gustan sus gordas, sensuales, atrevidas, eróticas, carismáticas…

Y a ella se le iluminó la cara y, recuperando sus respuestas a flor de labio, respondió al “caballero andante”:

– Mejor sería que no le avises … no quiero volver a enmarcarme…

Publicadas por Lu: https://quemeimportatupasado.blogspot.com/2022/07/gracias-botero.html?sc=1659097775298#c4855088212689697801

Fuente: etf1949.wordpress.com
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