El bien de muchos es el desconsuelo de los tontos,
uienes amparados en sus logros personales consideran sus privilegios
un objeto secuestrado por los objetivos de sus deseos,
lo que les autoriza, según sus propios criterios,
dejar por fuera de los beneficios sociales a todos aquellos
que no han tenido la suerte que les ha correspondido a ellos.
El mal de muchos jamás podrá ser el consuelo de los tontos,
ya que esta es una premisa que está inspirada en la aceptación de la pobreza,
cuando, para que tenga sentido, tiene que estar basada en la socialización de la fortuna,
fundamentada, la suerte, en la tranquilidad y en la armonía de una vida compartida
sobre un planeta que habitamos todos como especie e individuos,
el resto, es aceptar vivir bajo los parámetros de la angustia y la incertidumbre,
siendo entonces demencial la sistematicidad de la locura en que existimos, por ahora.