24 junio 2020
-Presentaba a mis amigos las notas de mi nieto, el mayor de los hombres, y …
-Gracias Ana, lo sabía, me habéis hecho llorar.
-Si querida Fina, a distancia, video llamadas salvajes de dos horas cada día con mis nietas y un objetivo, llegar vivo y en condiciones de estar, todavía, en pie, para carnavales. Ah, si el demonio me lo propone, firmo ahora mismo.
-Ay, Ana, mi querida amiga y cocinera por amor. Hoy birra, gambas, rabanitos preparados al estilo del avi, cava a gogó, chocolate negro y café cortado en taza roja. ¿Hay más? Sí, lo sé, pero ahora no llego, cuasi no puedo andar. La rodilla izquierda me ha dicho adiós y el pie derecho envuelto en llagas crecientes, me hacen la vida imposible de modo añadido, aunque todo es normal según el equipo médico local. “De algo hay que morir, Enrique”.
-Ay, Pauli ¿Dónde estás? – Lo sé, es el mejor descendiente que nadie podría soñar. No me hagas llorar.
-Menos mal que me queda el amor, la vida virtual y un algo que aún no sé lo que es que hace que me levante cada mañana para levantar la persiana y ver si existe el día.
-Os quiero. Feliz tarde de San Juan.
-Y yo, tras mi desahogo madrugador me fui corriendo ala sala de proyecciones a esperar un inmediato contacto videográfico con mis queridas nietas … ¡Ya me están llamando con su especial tono celestial, adiós!
Fuente: etfreixes.blogspot.com