15 septiembre 2018/2017
– En mi más tierna infancia, mi madre ya me contaba que la soberbia y la imprudencia juntas, eran los peores cualidades que podía poseer hombre alguno. “Enric, tú se prudente, solo habla cuando sea imprescindible y nunca digas lo que haces porque sí”.
– En mi vida profesional, y en la mas íntima, intenté seguir ese consejo materno, aunque no siempre pude hacerlo, pues cuando se te envenena la sangre y no tienes toda la edad necesaria para soportarlo, te disparas sin que lo puedas evitar. Gente de mi edad critica a los festeros que se mean en cualquier esquina y se olvidan que ellos a los 40 lo hacían hasta en los macetones que había, y hay, creo, junto a Hacienda.
– Pero lo que no podré entender nunca es que nosotros, que ya fuimos aleccionados con las series TV de la época, nos pongamos a sacar pecho sin mas valor que la absurda vanagloria que ello pueda provocarle al que “larga” innecesariamente. Sabemos que por teléfono no se canta ni La Misa, ni se cuenta a amigo o conocido alguno con quien lo hiciste la otra noche. Todos aprendimos que luego todo se sabe por aquello de que el “no lo cuentes a nadie” se convierte en “solo se lo cuento a siete u ocho”. Unos minutos de estúpida vanagloria puede llevarte a la ruina, social y/o material.
– “Machadas verbales, las justas, Enrique, si quieres trabajar en esto, solo callar y escuchar y si tienes que agradecerle a alguno de ellos algo, no se lo cuentes ni a tu mujer”
– Ese consejo me lo dio uno de mis primeros Directores, justo cuando llegué a Alicante, en el 78, y me tocó asumir la Representación Delegada de la empresa que me trajo a construir las 344 viviendas de Calpisa, frente al Colegio Agustinos, en Juan XXIII.
Muchos empresarios amantes de la connivencia con cargos públicos municipales o del mismo Govern, algunos, incluso, buenos amigos cuando tocó serlo, son chicos mayores ya y tienen muy poco de tontos. Cuando leo noticias así – esas que se cuentan en los periódicos con grabaciones hechas a muchos de ellos – no sé si creérmelas pues parece imposible que ellos hayan caído, repetidamente y según cuenta la prensa interesada, en algo tan simple como lo es la misma forma que de morir tiene el pez.
– Lo peor, sin duda, es todo ese ejemplo negativo que la sociedad empresarial y política deja ver a nuestros desanimados jóvenes sobre determinados métodos de actuación, mas propios de películas americanas de los 40 que de la España democrática del siglo XXI.
Digno de leer: El hombre que lo grababa todo
https://elpais.com/ccaa/2015/06/08/valencia/1433786954_412437.html
Fuente: enriquetarragofreixes.wordpress.com