Esta práctica surgió en el país prácticamente al mismo tiempo que apareció el cine sonoro, en los años 1930. Inicialmente, su objetivo era el de hacer que las películas extranjeras pudieran ser entendidas por la mayoría del público. Más tarde, durante el franquismo, se potenció mucho el doblaje, promulgándose en 1941 una Ley de Defensa del Idioma inspirada en una ley similar promulgada por Mussolini. Su objetivo era doble: potenciar el nacionalismo a través de la identidad lingüística y, de forma más sutil, controlar a través de la censura las ideas extranjeras que podrían ser ajenas a los intereses nacionales y a los valores morales del franquismo.
Un ejemplo es la película Casablanca, donde se cambia el pasado de Rick (Humphrey Bogart) que cuenta que participó en la guerra civil española con el bando republicano. El doblaje franquista no podía permitirlo y lo alteró diciendo que luchó contra la anexión de Austria por los nazis, lo cual era sin duda más aceptable.
Hoy en día, el doblaje sigue prevaleciendo en España, aunque se ha profesionalizado mucho y ya no se altera el argumento de las películas con fines propagandísticos. El doblaje en español europeo ha dado como resultado una fuerte industria del doblaje altamente profesional en España. Eliminar el doblaje supondría su condena a muerte. En tiempos de crisis económica y de paro, la idea de suprimir una industria que funciona haría que se pierdan los puestos de trabajo, algo difícilmente aceptable por la sociedad.
Fuente: www.unitedexplanations.org