No en mi patio trasero

 
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Desde al menos el año 2005 la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) intenta influctuosamente avanzar en la instalación de nuevos rellenos sanitarios que permitan cerrar la operación en los existentes que se encuentran cercanos al límite. La expresión pública y movilización de parte de los vecinos de Brandsen hace unos años respecto a la posible instalación de un relleno sanitario en su distrito frenó cualquier debate serio sobre la disposición final de residuos sólidos con la participación de la Opinión Pública. Cada tanto se vuelve a poner en foco una vieja paradoja de la comunicación de acciones de gobierno que resultan a primera vista opuestas al interés vecinal.

No en mi patio trasero

Ésa vieja paradoja, heredada de la década de los 50 en Estados Unidos (vinculada al emplazamiento de ojivas nucleares intercontinentales) y definida como el efecto NIMBY, (del inglés Not in my back yard) o “no en mi patio trasero” se fundamenta en el rechazo de las comunidades a la instalación de infraestructuras potencialmente peligrosas o degradantes, que si bien reconocen como necesarias e ineludibles se oponen a que sean emplazadas en su cercanía.

La semejanza intrínseca con el conflicto de las Papeleras de la Argentina con la República Oriental del Uruguay entre 2005 y 2010 es evidente, considerando la veintena pasteras que existían en ese momento -y siguen operando- en nuestro país. Es decir que, lo que en el pasado fue la consigna NIMBY, se convirtió en los últimos años en la denominación de un síndrome actitudinal. La desaprobación de poblaciones locales a la ubicación en su zona de actividades que se presumen nocivas para el medio ambiente o para la salud, no implica en todos los casos un rechazo absoluto a esas actividades, sino a su proximidad.

Pero ésa similitud también se observa en la ausencia de una política clara de acercamiento de todas las partes afectadas por el problema, principalmente en las fases de información previa, reconocimiento de representación y toma de decisiones. Es por ello que el escenario de la disputa no es físico, es virtual, se desarrolla sobre una ruta cortada o en un recinto del Concejo Deliberante, pero se legitima como problema a resolver en los medios de comunicación y en el imaginario social de la Opinión Pública.

La paradoja comunicacional en este asunto se descubre a poco de profundizar en el discurso argumentativo de las partes en conflicto: los vecinos, temerosos y faltos de información hablan de enfermedades como el cáncer y contaminaciones varias; mientras que minimizan el hecho que sus residuos terminan todas las tardes en el relleno sanitario de Ensenada en la vera del Río de la Plata.

A su vez, las autoridades locales facilitan el desarrollo de estos movimientos sociales seguramente para evitar que se focalice la atención en sus basurales a cielo abierto que sí, comprobadamente, contaminan las napas. Mientras que las autoridades provinciales y de la Ciudad de Buenos Aires, como el caso de la funcionaria bonaerense que les planteó en 2007 a los vecinos de Brandsen que “no estaban nominados”, como si otros municipios estuvieran “condenados” a padecer ésa “nominación” aun no encontraron la estrategia correcta para plantear el tema.

Sin embargo como positivo se destaca en esta disputa social sobre una plataforma mediática, la determinación de no esquivar otro efecto colateral al NIMBY que se denomina NIMTOO: Not in my term of office o No durante mi gestión. En la actualidad tanto el Gobierno de la Ciudad como el de la provincia de Buenos Aires han abierto el debate e implementado diversas medidas como la reducción en la producción y depósito de residuos (como la ley denominada de Basura Cero) de aunque sin una estrategia comunicacional clara que facilite la operación.

Lic. Guillermo Bertoldi
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