Colombia es un país demasiadamente extraño, por lo sui generis que es, políticamente dividido, socialmente estratificado, separado en comunas cuales guetos, mentalmente derruido, administrado por mandatarios corruptos, el cual se encuentra sometido ante una delincuencia muy bien educada, dedicada total y exclusivamente a expoliar a unos ciudadanos que reiterativamente los eligen además de aceptarle estos manejos desprovistos de ética y moral, ya que están acostumbrados a vivir y funcionar entre un estructurado sistema con un sinnúmero de reglas hechas especialmente para ser usadas por indecentes santos, reconocidos dirigentes tal cual malas hierbas, espinas que son ospinas y otros variados impostores rigiendo desde curubitos, lo que aquí es un término que se transforma en c-uribe-to, siendo un ubérrimo lugar terrenal dónde ni siquiera los dioses se atreven a juzgar, mucho menos los alcanzan a tocar.