a honestidad nos debería obligar a admitir nuestros errores, el problema es la sinonimia que insinúa etimológicamente que la palabra honestidad se emparenta con nobleza, dando en la mente de las personas que malentienden las cosas, por desgracia la mayoría, la sensación de que la sinceridad o la honradez no son ecuaciones necesarias aunque despiezan a un mundo destrozado, al mantenerlo sometido a los errores constantes de las malinterpretaciones malintencionadas que las personas originarias de una caduca nobleza acostumbran hacer.