n la falsa encrucijada ética en la que muchos ciudadanos manifiestan encontrarse, considerando experimentar confrontar un actual gobierno como el más corrupto e impopular de la historia reciente del país, al cual una oposición indecente compuesta por la dirigencia anterior y además dueña de los medios de desinformación y producción viene acosando sin cuartel, haciendo resaltar fallas y delitos cometidos por los funcionarios o sus familiares, les está pasando que son inconscientes de la fuerte manipulación que se les viene ejerciendo para que sientan que estaban mejor antes, cuando el desfalco a las arcas del estado era muchísimo mayor, con la violencia y el terror desatados y desbordados, sin analizar que esos mismos medios de comunicación no realizaban su labor con el empeño que lo hacen ahora, quedando inmersos en un engaño y en una trampa moral que los está llevando dócilmente a regresarle las riendas del Estado a los antisociales de siempre, no queriendo admitir, aceptar ni captar que los están llevado a padecer lo que en psicología se denomina síndrome de Estocolmo, consistente en un fenómeno paradójico y hasta ridículo, en el cual las víctimas desarrollan un vínculo afectivo hacia sus captores como respuesta al trauma causado durante el cautiverio. Si acaso no es lo que está ocurriendo en Colombia, es bastante similar, dando pena ajena por una sociedad que por su indiferencia e ignorancia es fácilmente controlable, hasta conducirnos a la inmolación, negando tener a la mano la oportunidad del cambio necesario para salir de tanto pícaro y bandido juntos por más que sea verdad que se siguen cometiendo irregularidades.
