Más de 300 de personas, pertenecientes a 100 organizaciones se reunieron en la Conferencia Panamazónica, organizada por WRI, Conservación Internacional y 20 agrupaciones más en Belém, Brasil, y redactaron de manera conjunta 31 recomendaciones que instan a los líderes gubernamentales de la Amazonia a reconocer formalmente el potencial de economías sólidas basadas en la socio-biodiversidad, y a establecer estrategias y políticas nacionales para apoyar y mejorar la transición hacia dichas economías, alejándose del antiguo modelo destructivo como una prioridad nacional y subnacional.
Esto incluye llevar a cabo diferentes acciones, con recomendaciones específicas detalladas:
• Poner fin a la deforestación ilegal, las economías ilícitas y la violencia asociada, y hacer cumplir el estado de derecho deben ser la máxima prioridad del gobierno.
• Reconocer que los pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades tradicionales son guardianas de grandes extensiones de bosque que brindan servicios ecosistémicos esenciales para otros sectores económicos, mediante la garantía de sus derechos territoriales y la protección de sus territorios contra actividades ilegales y otras amenazas.
• Desviar la financiación pública de los subsidios perjudiciales y otras inversiones insostenibles hacia incentivos económicamente racionales y ambientalmente sostenibles, promoviendo mecanismos de financiamiento híbridos. Estos mecanismos pueden facilitar actividades y modelos de negocio asociados con la bioeconomía, como bonos y préstamos vinculados a la sostenibilidad, intercambios de deuda por naturaleza y mecanismos de mejora del crédito, incluidos aquellos adaptados a pequeños productores, pueblos indígenas y comunidades tradicionales.
• Promover el escalamiento y la armonización en la regulación de instrumentos de mercado como son los créditos de carbono, agua y biodiversidad, especialmente sus versiones integradas para que sean de alta integralidad y de beneficio a las poblaciones locales.
• Fortalecer la gobernanza de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) involucrando activamente a la sociedad civil, los pueblos indígenas y los actores locales. Elaborar un plan de trabajo conjunto a corto plazo sobre cómo evitar colectivamente el punto crítico de inflexión en la Amazonia, que incluya metas comunes, métricas y un mecanismo de rendición de cuentas.
• Fomentar el crecimiento de las empresas locales y las cooperativas mediante la eliminación de requisitos legales excesivos, asegurándose de que la legislación ambiental, sanitaria y fiscal se ajuste a las necesidades y realidades específicas del terreno.
• Exigir transparencia y trazabilidad en las cadenas de valor de productos libres de deforestación, conectadas a estándares internacionales de excelencia.
• Co-diseñar una plataforma panamazónica de financiamiento para una bioeconomía con pleno desarrollo para los pueblos indígenas, para afrodescendientes y comunidades tradicionales, y un fondo regional para apoyar la ciencia, la tecnología y la innovación éticas en la bioeconomía para aumentar la valoración de los productos y servicios de la bioeconomía, y desarrollar capacidades básicas y vocacionales en torno a ellos. Incluir las inversiones necesarias y/o incentivos fiscales en apoyo de la ciencia, la tecnología y la innovación, así como su investigación y capacidad asociada.
• Transformar las ciudades amazónicas en centros de bioeconomía a través de un plan integral de infraestructura sostenible centrado en agregar valor a los productos y servicios de la bioeconomía, incluida la optimización del rol de los ríos y el transporte aéreo para mejorar la conectividad, la diversificación de fuentes de energía renovable y la provisión de necesidades y servicios básicos.
El evento: “Bioeconomía en el Amazonas: reflexiones para potenciar su escalabilidad, replicabilidad e impacto social”
Las recomendaciones fueron socializadas en el marco de este evento, que buscaba Identificar los puntos en común sobre la visión de la bioeconomía en la región amazónica.
Uno de ellos fue señalado por Wendy Arenas, directora ejecutiva de la organización Alisos: “lo que se debe procurar es que los estados y los gobiernos sean muy conscientes y responsables y empiecen a quitar incentivos a aquellos commodities que están teniendo un impacto de transformación del uso del suelo en la Amazonia”.
Arenas, quien además participó de la Conferencia Panamazónica como parte de la mesa “productos libres de la deforestación”, hizo hincapié en una de las recomendaciones que habla del desequilibrio actual entre los incentivos negativos y positivos que favorecen la producción insostenible, y de cómo es necesario establecer marcos regulatorios (planes nacionales, legislación y políticas) que promuevan la conservación forestal, el uso y producción sostenible y la restauración de áreas degradadas, al mismo tiempo que desalientan los incentivos perversos.
Por otro lado, en este espacio se habló de la necesidad de promover un nicho de consumo para los productos que se desarrollen de manera sostenible en la Amazonia, generando demanda; una materia en el que Ecuador ha venido trabajando con productos como el cacao y el café que ha logrado exportar a países como Bélgica. “Hemos creado un distintivo país, que es el primero en el mundo que tiene política pública, donde los productores deben tener buenas prácticas agrícolas. Complementariamente, con este trabajo buscamos una producción libre de deforestación” puntualizó Karina Barrera, subsecretaria de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador.
En Colombia se trabaja en esta misma línea, explicó Sandra Vilardy, viceministra de Políticas y Normalización Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia “hoy las actividades económicas amazónicas están asociadas a deforestación, a actividades de la muerte como la minería ilegal o los cultivos de coca y a otros commodities, entonces necesitamos pensar en una estrategia global para que los ciudadanos del mundo puedan sumarse con su consumo (de productos amazónicos) a privilegiar actividades económicas que promuevan la diversidad, en lugar de destruirla.”
Por su parte, Marciano Dasai, Ministro de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Surinam, resaltó la necesidad de “armonizar” las acciones regionales, dado que es una sola Amazonia, además propuso la creación de un sello amazónico, no solo para los productos de la bioeconomía sino para todos los se generen a partir de este bioma, que permita identificar que son sostenibles.
Llamado a la acción
Si la Amazonia llega a un punto crítico, se producirían cambios profundos en las precipitaciones y la temperatura de la región, lo cual afectaría significativamente las economías y los medios de vida de todos los países amazónicos, y los alejaría definitivamente del cumplimiento del Acuerdo de París, y su trayectoria recomendada por la ciencia de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C.
Por ello, conscientes de que la bioeconomía es una gran oportunidad para cambiar de rumbo, Fernando Páez, director de WRI Colombia concluyó: “el trabajo de los países amazónicos debe ser articulado para garantizar el impacto social de la bioeconomía en la Amazonia, es por ello que vamos a entregar las recomendaciones a los jefes de estado y ministros y ministras, esperando que sean tenidas en cuenta en la agenda de la Cumbre, y que más adelante se traduzcan en políticas públicas e instrumentos y herramientas que impulsen una transformación significativa hacia el bienestar humano en la región”.
Fuente: www.wri.org