Estamos ante un ambiente mundial desequilibrado, hoy enrarecido por teorías conspirativas, enervado por mentiras de todo tipo, enloquecido a través de mensajes continuos y confusos, con los que se buscan obtener objetivos determinados, para lograr con ellos beneficios en favor de organizaciones privadas pero que actúan como si fueran públicas, con corporaciones particulares persiguiendo manipular a unas sociedades humanas confundidas, con instituciones públicas que se comportan descaradamente beneficiando a intereses privados, donde las inequidades sociales, por más injustas que sean, se asimilan a verdades aparentes aún siendo mentiras absolutas, provocando entre las personas la sensación que nada es cierto.
El mundo se ha venido transformando en un manicomio, donde los individuos son obligados a creer en una realidad que es un engaño, y en donde la mentira es un juguete en manos de la verdad que imponen quienes se lucran con la absurda situación y con tanta confusión.
Se declara entonces una pandemia mundial, aunque en el planeta se vivan muchas otras iguales o peores, mientras que al mismo tiempo se mueren millones de seres de hambre ante los ojos, la indolencia y la indiferencia de todos, sin que por ello se prendan las alarmas que ahora tienen prendidas los manipuladores de una torpe humanidad.
Con una guerra comercial en ciernes, por la búsqueda de una vacuna que traiga la tranquilidad perdida por un virus, la cual se instauró para ayudar a enriquecer más y a la vez tranquilizar a quienes tienen intranquilos a todos los demás, por más que se tengan cientos de evidencias que con remedios naturales y caseros se ha podido enfrentar, además de que ya existen otros productos desde hace mucho tiempo, como los antioxidantes o la N-acetilcisteina, o la invermectina o las mismas drogas broncodilatadoras o antiflematicas, aunque igualmente los males se puedan combatir con menjurges y cocciones de jengibre, sabila, curcuma y miel, sin embargo, nada de esto importa, si lo único que se ha buscado y se quiere es someter a unas sociedades hartas del engaño, y de la corrupción rampante, pero incapaces de descubrir el hilo conductor de su propia manipulación.