EL VOLUMEN DE LA LEY SAGRADA
En su “Introducción General al Estudio de la Doctrinas Hindúes, Guénon precisa algunos conceptos que me parece oportuno recordar:
“...El simbolismo no es más que el uso de formas o de imágenes constituidas como signos de ideas o de cosas suprasensibles”.
El rito es un caso particular de símbolo: es un símbolo “producido”. Aquí, como en el estudio de los textos, hay que saber ir más allá de la “letra” para dar paso al “espíritu”.
El predominio de las facultades sensibles e imaginativas es aquí la causa determinante del error: tomar el símbolo mismo por lo que representa, por incapacidad de elevarse hasta su significado puramente intelectual.
“...Cuando sólo se ve la forma exterior del símbolo, su razón de ser y su eficacia actual desaparecen igualmente...” (ob.cit., Segunda Parte, Capítulo VII).
Posteriormente, en otra de sus obras, Guénon hace nuevas referencias al simbolismo, vinculando allí su estudio de manera más directa con las Enseñanzas Iniciáticas:
“... El simbolismo propiamente dicho es verdaderamente “intuitivo”.
Constituye el modo de expresión por excelencia de toda enseñanza iniciática.
El simbolismo, en tanto soporte de la intuición trascendente, abre posibilidades verdaderamente ilimitadas...” (aut.cit., “Apreciaciones sobre la Iniciación”, Capítulo XVIII).
De esta manera, con el marco de referencia construido a través de las enseñanzas de Guénon citadas anteriormente me detendré ahora a analizar lo relativo al Libro de la Ley presente en el Taller.
Para ello, lo primero es atender al lugar donde se halla ubicado el Libro de la Ley Sagrada; el Ara.
Cabe igualmente recordar que el Libro de la Ley no está depositado ahí de modo solitario, también están el Compás y la Escuadra, ubicados en la posición debida. Así, el Ara es el sitio destinado para la ubicación de ese Libro. Ello nos da la idea de la solemnidad que trasunta la presencia del Libro de la Ley en la Logia.
Si acudiendo a Guénon nos transportamos ahora por un instante a la imagen visual proporcionada por el Libro de la Ley, de inmediato verificamos que nos está señalando la trascendencia que habrá de representar cada uno de los Juramentos que sobre él se pronuncien y a su vez, que habrá de ser en cada tenida, un continuo recordatorio de aquél Sagrado Día en que fueron Iniciados en la Orden.
Un libro, de por sí, por sus propias características físicas, entre muchas otras da la idea de solidez, de permanencia, de transmisión de conceptos y saberes, de fuente inagotable de deleite cada vez que acudimos a su lectura, de generador de enriquecimiento cultural, filosófico y de todos los demás órdenes de nuestra vida cotidiana.
Si tales son algunas de las imágenes que nos brinda cualquier libro, cuánto más aún habrán de ser aquéllas que nos proporcionará el Libro de la Ley presente en el Taller, al tratarse éste de un Libro Sagrado.
En este sentido cabe considerar la razón por la cual a determinados libros se los denomina Libros Sagrados.
Un Libro Sagrado posee una característica fundamental: Es un contenedor de saberes que van más allá de lo humano.
Un Libro Sagrado indica que en su construcción ha participado el mismísimo G.A.D.U.
No se trata sólo de comentarios sobre cuestiones espirituales redactados por seres de profunda sabiduría y de gran santidad, ES directamente LA PROPIA TRANSMISIÓN DE LA ENSEÑANZA por parte del Gran Padre celestial.
