Amor, la fuerza que lo mueve todo, la energía de la cual subsiste todo lo que vemos. Tomando la definición de Amor y Dios como referencia 1 Juan 4:8, tenemos como resultado un hermoso pasaje en 1 Corintios 13. Donde sustituimos la palabra amor por Dios, quedando de la siguiente manera:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo a Dios, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo a Dios , nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo a Dios, de nada me sirve.
Dios es sufrido, Dios es benigno; Dios no tiene envidia, Dios no es jactancioso, Dios no se envanece;
Dios no hace lo indebido, no busca lo suyo, no se irrita, Dios no guarda rencor;
Dios no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Dios nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y Dios, estos tres; pero el mayor de ellos es Dios.