reyendo haber dominado la fuerza insondable de la naturaleza, vestigio palpable de la energía universal, solo nos queda por sepultar la desesperanza para alcanzar sin obstáculos el punto de no retorno, estando todos, como individuos, expectantes ante un planeta que parece derrotado, aunque éste apenas está iniciando una reacción en cadena con todos sus componentes contra una especie desprovista de la visión intelectual requerida para intuir los sucesos que vendrán después de enterrar al último elemento de cordura que teníamos, estando en este preciso instante, dentro del cual estamos viendo indolentemente la descomposición del mundo artificial, desarrollado por medio de unos sistemas desaforados, elaborados y puestos en marcha a través de la estulticia que se apoderó de unos sujetos y sus corporaciones, hambrientos de poder, a los que las sociedades les entregaron la responsabilidad para inhumar de una vez por todas a la humanidad.