infas cadavéricas empupan desesperadamente al exterior de bosques famélicos desarrollados con cemento, acero y cristal, atrapando en su interior a parásitos humanos, exigiéndoles después emprender camino tras una corroída inercia, en medio de una podrida sinovia que no lubrica y se quedó atrapada entre las articulaciones de una especie sin moral ni vías para alimentar las vidas de sujetos desprovistos y zafados de objetivos naturales, dando como resultado unos entes derruidos por las drogas, caminando como zombis por las calles de ciudades cementerios, ansiosos por olvidarse de un destino que les ha sido señalado por unos miserables que se alimentan y engordan sus cuentas, aprovechándose de sus sueños.