Se acerca la posesión presidencial de un verdadero nuevo gobierno, el cual evidentemente representa el cambio esperado por muchos, y la sensación de caos que se anunciaba a los cuatro vientos se viene disipando aceleradamente, como el humo de un incendio apagado, pudiéndose llegar a la conclusión que Colombia es una sociedad altamente manipulable, hasta niveles de casi insania mental, pues con lo que estaba ocurriendo se ha podido confirmar que estamos sometidos por unos medios de comunicación masiva que conocen muy bien el comportamiento de sometimiento colectivo que se sucede y materializa en cuanto y cuando se expiden noticias sin sustento. Entonces surge la pregunta, ¿Qué hizo que no se frustrara la posibilidad del cambio necesario y requerido, si había demasiada injerencia de esos medios tratando de atajar el cambio que solicitaba una gran parte de la población?
Aunque la respuesta pueda parecer una perogrullada, o sea de un simplismo total que no resiste un análisis profundo, la lógica señala que las acciones emprendidas por los movimientos políticos que hacen parte del Pacto Histórico, lo cual implicó concentrarse en los jóvenes, en los abstencionistas, y en desarrollar acciones compromisarias que lograran anticipar las noticias mentirosas y alarmistas que los medios de comunicación tradicionales, léase aquellos que hacen parte y pertenecen a quienes no querían ningún tipo de cambio, fueron fructíferas y dieron los resultados que se requerían, entre los muchos que se planteaban, como expropiaciones, imposición de regímenes fracasados, o sea dejar en claro que no era ni comunismo ni castrochavismo lo que se avecinaba sino simples reformas de control contra la masiva corrupción enquistada de manera profunda entre las instituciones que componen al Estado, por medio de los movimientos políticos tradicionales, partidos Conservador, Liberal, de la U, Cambio Radical, etcétera, todos ellos con nombres eufemísticos pues nunca han representado sus verdaderos significados, los cuales se habían tomado desde hace tiempo al erario como teta para alimentar intereses particulares, desangrando al mismo tiempo a los organismos estatales necesarios para irrigar la equidad y la justicia por todos los rincones de la Nación.
Las declaratorias que han venido dado la mayoría de funcionarios que tomaran posesión el próximo 7 de agosto marcan con claridad la certeza que tienen de no poder provocar una frustración política ni social pues eso implicaría desgraciadamente el retorno de los antisociales que tenían cooptado al Estado a través de gobiernos indolentes con las necesidades, incapaces de poner en funcionamiento a un Estado justo, inepto por la toma de las instituciones por parte de bandas delincuenciales, así que produce un poco de tranquilidad saber que estamos ante el cambio de rumbo que como ciudadanos ansiábamos imponer.