Las corporaciones se han impuesto sobre el mundo constituido,
doblegando a las sociedades, como éstas a su vez lo han hecho sobre los individuos,
quienes se encuentran sometidos a unas normas espurias, que se dictan a escondidas,
para obligarlos a venderse como objetos que compran maniatados y maniacamente
lo que producen las industrias superfluas que trabajan para instituciones financieras.
Es un círculo cerrado pero perfecto, vigilado por medio de circuitos con cámaras ocultas,
buscando un único objetivo, cerciorarse que la gente no se desvíe del camino impuesto
por las necesidades de abultados ingresos que tienen esas corporaciones,
las cuales exigen esclavitud total, reclamada por sus abusivos rendimientos financieros,
de todos los negocios que dependen del consumismo obsesivo
por parte de personas sumisas, sin criterio y obedientes, condenadas a pagar,
durante todas sus vidas, créditos absorbentes e impuestos arbitrarios,
impidiéndoles pensar hacer disidencia desde cárceles denominadas residencias.
Las leyes se dictan, se imponen y se acatan, desde congresos corruptos,
cooptados e indecentes, que solo sirven para los fines comprados,
a través de funcionarios que cumplen fielmente los dictámenes que vienen directamente
desde las instituciones corporativas, las cuales los impusieron,
logrando hacer desaparecer cualquier vestigio de cooperativismo,
dejando sin defensa ni argumentos a los individuos,
que ahora sin trabajo y sin ingresos viven convencidos del saber legislativo,
creyentes del poder que tiene y contiene el egoísmo compulsivo.