Las últimas elecciones lo confirman, España, dice no al bolivarianismo chavista, la sociedad española parece mantenerse fiel a la derecha moderada. Nuevamente el mapa de nuestra nación se viste de azul, y parece que le sienta estupendamente.
El Partido Popular tras las elecciones del 26 de junio se reafirma como primera opción para la defensa de proyectos liberal-conservadores, Mariano Rajoy se ha convertido en el custodio del voto azul español, ha demostrado al analógico Naranja, que el PP lidera la fuerza diestra de nuestro país. Mientras un PSOE obligado a prosternarse ante la voluntad popular, debe asumir su rol en esta nueva legislatura, rol que no será desde luego la dirección del Gobierno.
Entretanto el partido de la coleta más famosa de España, se pregunta con desconcierto, ¿por qué a mí?, y es que desde las filas de Iglesias parecen no hallar una explicación convincente que arroje los porqués de su amargo fracaso. Entre sus hipótesis, personeros, con timidez, arrojan la del fraude electoral, mientras otros más conservadores, exponen la del miedo, en lo personal me decanto por esa opción, y sospecho que los electores del pasado 26 de junio también, y es que no es para menos, un Gobierno de bufones presidido por un amago de caudillo-latino castellanizado, infunde temor a cualquiera.
Y entre acusaciones y denuncias por el oscuro origen de PODEMOS, Pablo parece no renunciar a la posibilidad de llevar a cabo su sueño caribeño, financiado con petrodólares. Sueños, y sueños, Pablo parece reproducir aquella mítica escena melancólica a la par de arrogante, protagonizada por el Capitán Edward Smith, que creyó invulnerable su navío hasta que el Atlántico mar azul, lo engullo. Hoy el líder de esta estertorosa formación parece mirar con mansedumbre la agonía de su narcosis, en un intento de negar la realidad.