Aborto y feminismo a favor del machismo

 
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Aborto y feminismo a favor del machismo


Cuando las feministas argumentan en favor del aborto: “Soy dueña de mi cuerpo”, entran en dos contradicciones vitales.

-La primera dice relación con sostener ser feministas y que es por ello que reclaman un derecho como éste. Curiosamente el feminismo, que data del siglo XVIII , promovía la igualdad, no la confrontación de géneros como una lucha de poder, no pretendían aplastar al hombre y ser superiores, sino una igualdad en todos los derechos y libertades esenciales, era un asunto de dignidad humana.

Ya desde su origen, el feminismo defendió la vida del que está por nacer y jamás, al contrario de lo que las feministas promueven hoy, estuvo en mente la defensa del aborto como un derecho de la mujer o argumento reivindicatorio. Y es que para ser feminista no basta con querer enarbolar una bandera, se debe estudiar, investigar, saber cuáles son los principios que motivan a una agrupación, y ello está lejos de lo que hoy se concibe como feminismo, progreso y modernidad. Actualmente, la mujer se mueve por un resentimiento “sexual” digno de una patología, un odio hacia el hombre, de querer ser como el hombre, que las ha llevado a destruir los propios principios que las formaron: la búsqueda de la igualdad ante la ley y la protección de la vida. “Los principios básicos del feminismo son la justicia para todos y la oposición a la violencia y la discriminación. El aborto va en contra de los tres.” ( Serrin Foster )

Mattie Brinkerhoff , una de las primeras feministas señalaba: “Cuando un hombre roba para satisfacer su hambre, podemos concluir con seguridad que hay algo que anda mal en la sociedad; igualmente cuando una mujer destruye la vida de su hijo no nacido, es evidente que, o bien por la educación o por las circunstancias, se le ha hecho un grave mal.”(Periódico feminista “La Revolución”, 1869)

Justamente, las feministas, porque veían y vivían un nivel de violencia en su contra sin control y sin defensa alguna, contrarias a que “unos humanos sean dueños de otros humanos”, rechazaban el aborto, del mismo modo que la esclavitud.

El periódico sufragista «La Revolución» se refería al aborto como “una repugnante insolencia contra las leyes naturales y de nuestra humanidad común”. Este movimiento (de inicios revolucionarios, pese a la opresión) exigía mayor educación para la mujer y una emancipación que por siglos les fue negada. Sabían que si lograban una igualdad en educación se podrían empoderar, lograr un puesto digno en una sociedad que era-y en cierta medida sigue siendo-patriarcal. Las feministas reconocían el aborto como un acto de violencia absoluto, tanto contra el nonato como hacia la mujer. Daphne de Jong, una feminista moderna pro-vida: “Las mujeres que no aceptan que los valores de la mujer sean medidos por cuanto un hombre desea su cuerpo o necesita sus servicios, ahora demandan que el no-nacido sea juzgado por los mismos estándares”.

-La segunda contradicción sucede al argumentar el ser “dueñas de su cuerpo”. Con ello entran en el estado abierto de cosificación, toda vez que se es propietario o se ejerce dominio sólo respecto de una “cosa” (res). Estas mujeres no se ven a sí mismas como un todo integral, sino como formas separadas o estructuras divisibles dentro de ese todo: por un lado un cuerpo-cosa o instrumento y por otro un ser humano de género femenino. Con esta ideología lo que promueven es un estado de inferioridad respecto de todas las personas y sin darse cuenta un debilitamiento en las fortalezas que tienen per se. Al establecer el cuerpo como dable de dominio llegamos al argumento del Código Civil “Del dominio sobre cosa corporal”, derecho que les permite el uso, goce y disposición sobre ese bien. La pregunta que cabe en este punto: ¿es la mujer y todo lo que ella conforma una “cosa”? ¿No estamos reduciendo el sexo femenino a un mero objeto (propiedad) respecto de un sujeto (propietario), otorgándole, no una dignidad humana, sino el carácter de “cosa apropiable”? Confunden con ello el concepto de autopropiedad, queriendo llevar la idea de “dominio sobre el cuerpo” a un status jurídico que no es equivalente con los bienes materiales o inmateriales susceptibles de apropiación.

Es curioso este argumento desde el momento en que el movimiento feminista nace justamente a la luz de ese histórico sometimiento masculino, que veía a la mujer como una cosa más, parte de su dominio o propiedad, así como los terrenos, los animales, etc. De hecho, la violación se estimaba como una vulneración pero no por el acto de violencia en contra de la mujer en sí, sino porque se cometía contra un “objeto” de propiedad de otro hombre.

El concepto feminista de hoy no reconoce el valor esencial e integral de la mujer y es ella misma quien está enarbolando una bandera de lucha fatal: “la guerra de los sexos”, pretendiendo no una igualdad, sino una superioridad frente al hombre, en una suerte de venganza por las tribulaciones históricas a las que se vio sometida, ya sea anulando su voluntad, coartando sus derechos esenciales, tal como lo fuera la esclavitud respecto de las personas de color.

La historia consigna: Lentamente la mujer fue alzando la voz, exigiendo derechos que por el solo hecho de ser persona le correspondían, logrando un primer hito histórico con el derecho a sufragio, conquistando paulatinamente (aunque queda mucho por hacer) puestos dignos dentro de una sociedad civilizada y culturizada, antaño obsesivamente machista o patriarcal.

Pero la feminista de hoy desconoce, ya por ignorancia o abierta intencionalidad ideológica, los principios fundamentales que mueven al movimiento y envuelve, dentro de sus slogans, conductas más cercanas al libertinaje que al feminismo.

Por otra parte, parece que estas feministas “modernas” no ven que con sus exigencias, conductas y movilizaciones les están haciendo un gran favor a los machistas en el mundo: si una mujer queda embarazada, la decisión respecto de esa nueva vida recae, sin más, en ella. El hombre, así, arranca de su responsabilidad, delegando toda determinación en una mujer que, frente a un abandono o a un estado de vulnerabilidad diverso, puede decidir cometer un crimen. Dicho de otro modo: ella será la responsable, culpable, de dar muerte a una vida humana y el hombre involucrado se lavará las manos, pues no pesa sobre él culpa alguna respecto de la vulneración del primer derecho humano fundamental: el derecho a la vida. ¿Hay algo más machista que esto?.

El hombre, así, seguirá instrumentalizando a la mujer, cosificándola, sabiendo que, ahora, por ley, es ella quien decidirá el destino de una vida humana, dando por superado un asunto tan trivial como puede ser aventura pasajera o una ausencia de responsabilidad. ¿Es esa la solución? ¿Es el nonato el llamado a responder y pagar por un acto realizado entre dos personas?

Lo paradojal de esto es que en vez de buscar soluciones que no violenten, agredan ni constituyan algo peor que la degradación de un no nacido a ser tratado como escoria ( Gustavo Bueno, filosofo, ateo y marxista, próvida, habla de ser tratados como “cloacas”: “La concesión del D° a abortar es más grave porque está trastocando enteramente todas las relaciones del ser y deber ser y está degradando lo que es un embrión a la condición de un objeto de despojo, de cloaca, de algo anti estético que hay que arrojar a la alcantarilla; se está educando a una sociedad… para que sepan que lo que llevan en su vientre es puro despojo que puede ser degradado , que puede ser troceado , hecho picadillo….Es porque está declarando el suicidio de la sociedad porque el ser que está desarrollándose no se desea . La sociedad no desea el ser y el deber ser es la base del ser, y la está condenando a un suicidio”), como por ejemplo mejorar la educación, posibilitar el ingreso al sistema de salud público de médicos y obstetras calificados, invertir en herramientas de salud, en particular en el sistema hospitalario y promover organizaciones de ayuda, acompañamiento integral, en fin, se prefiere la opción de abortar, terminar con una vida humana, que sería la causante del problema ¿Lo es? ¿Terminando con una vida humana se acaba el problema? El aborto sólo incrementa el problema, baste leer “Rompiendo el Silencio” de Esperanza Puente, autora que se practicó un aborto y conoce desde la primera línea las consecuencias de carácter psicológico hasta el día de hoy. Según ella el problema justamente se inicia al practicarse un aborto, no antes.

Otro argumento para avalar el dominio sobre el cuerpo yace en la confusión entre autonomía e independencia. Arguyen que como el embrión depende del cuerpo de la mujer es ella quien debe decidir qué hacer con él. Si bien existe la dependencia materna, bien podría argumentarse del mismo modo respecto de un recién nacido, incluso de un niño pequeño, que para sobrevivir requiere de la asistencia de un adulto en todas las condiciones. Esta dependencia es de carácter ambiental, pero no genética. El no nacido tiene entidad propia y es autónomo, tiene capacidad de autodesarrollo “El embrión tiene en si el principio constitutivo del propio ser, aunque dependa extrínsecamente del útero que es el ambiente material necesario” (Jesús Ballesteros)

Si el concepto relativista del dominio sobre el cuerpo alcanza los ribetes liberales, con un materialismo llevado al extremo, entonces se dirá que la mujer es dueña de todo lo que contenga en su interior y por tanto también tiene el uso, goce y disposición sobre ello. Este argumento sin duda incluye al embrión o feto que lleva en su vientre. El argumento es que ese nonato sin ella no se puede valer por si mismo, entonces es la mujer la que decide qué hacer con esa vida. Cabe ´preguntarse ¿los hijos son propiedad de los padres? O ¿son propiedad del Estado cuando éste es el encargado de velar por el respeto y las garantías constitucionales de protección del que está por nacer? De ser así, todos seríamos propiedad del Estado.

Si las mujeres apoyan el aborto basadas en el argumento de mantener su ritmo de vida, su independencia, prestigio y desarrollo laboral o por cuestiones económicas o sociales, lo que están haciendo es dar fuerza y base a un modelo no pensado por ellas, sino ideado y dirigidos por hombres para conveniencia y provecho de ellos mismos. Pretenden ubicar a la mujer donde a ellos les parezca conveniente. El aborto es, lejos, la vulneración más grave a la integridad física y psicológica de la mujer.

Con el feminismo imperante de hoy, las mujeres olvidaron que fueron tratadas por siglos como cosas y pretenden hacer lo mismo con los niños/as que vienen en camino Han olvidado sus orígenes y hoy sólo se percibe un afán de guerra contra el hombre. Hemos arribado a la ley del descarte de la humanidad y al suicidio social.

El aborto no fue otra cosa que la salida alternativa al infanticidio. Se reemplazó matar al niño nacido por el que venía en camino. Se dice que la ley del aborto es progresiva, de progreso global, pero ese progreso sólo sucede al pasar del infanticidio al aborto. Gustavo Bueno lo llama “un circulo cuadrado”. No se puede llamar progreso terminar con una vida, sea en la etapa que sea de gestación. “El verdadero progreso no consiste en mejorar las técnicas abortivas” (como pretenden convencer los pro abortistas, mediante el tan bullado aborto farmacológico)

Serrin Foster, férrea defensora de la dignidad humana, presidenta y vocera de FFL, define el feminismo como “una filosofía que abarca los derechos básicos de todos los seres humanos sin excepción, sin distinción de raza, religión, sexo, tamaño, edad, ubicación, incapacidad o filiación. Porque el feminismo rechaza el uso de la fuerza para dominar, controlar o destruir a cualquiera”. Inspirada en una de las fundadoras del feminismo británico, Mary Wollstonecraft, quien condenaba a quienes "ya sea destruyen el embrión en el útero o lo rechazan al nacer", diciendo: "La naturaleza en todo merece respeto, y aquellos que violan sus leyes rara vez podrán hacerlo con impunidad".

La declaración de principios de Feminists for Life señala “Creemos que la sociedad debe reconocer el valor inherente y la dignidad de cada mujer y niña. Nos oponemos a todas las formas de violencia, entre ellas, el aborto, el infanticidio, el maltrato de niños, la violencia doméstica, la pena de muerte y la eutanasia, puesto que son inconsistentes con los principios fundamentales feministas de justicia y el rechazo de la violencia y la discriminación. Abogamos por la prevención de la violencia física y emocional en contra de cualquier ser humano, tanto como la explotación sexual, sobre todo de la mujer y los niños.”

Serrín Foster dice una verdad indesmentible “Un aborto no borra una memoria”. Y es que el aborto practicado a una mujer violada es el segundo acto de violencia que se ejerce en contra de una misma persona. A mayor abundamiento, esa vida que se gesta producto de una violación no pidió venir al mundo, no se puede violentar aquello que resulta del todo inocente, que tiene tanto valor como un bebé esperado y amado por sus padres. ¿Le podemos responsabilizar por el acto delictual de un hombre? ¿Podemos descargar toda la ira, impotencia que se siente contra el violador matando una vida? ¿No es eso caer en el mismo juego que el violador? Finalmente ¿no es eso lo que pretende el delincuente para no ser reconocido y castigado? En vez de endurecer las penas, se opta por matar a un inocente. “Es de la época medieval el valorizar una bebé por las acciones de su padre. Esa manera de pensar es patriarcal y anti-feminista y debería desaparecer” (S Foster) En resumen: no se castiga al violador sino a una vida humana que no eligió su camino.

El argumento de “ser dueña de su cuerpo” es tan viejo como el fuero juzgo. Pero empeora cuando quien lo dice no cree en el alma, en la espiritualidad, toda vez que entonces ya no es dueña de su cuerpo, sino que ES su cuerpo, es cuerpo a secas. Un reduccionismo completo llevado a la cosificación de la mujer “Yo soy cuerpo” y por tanto (volviendo al origen del texto) soy una cosa susceptible de apropiabilidad (término frecuentemente usado en economía

Las feministas pro-vidas tienen su origen en el año 1972, constituidas no sólo por mujeres sino también hombres, en defensa de la justicia y de los derechos de la mujer, conscientes de las diferencias (por naturaleza y simple lógica). Valoran por sobre todo la capacidad de dar vida. Defienden sus derechos, pero también los de sus hijos por nacer. Reconocen el control sobre sus cuerpos pero en particular el derecho de quien llevan en su vientre. Sienten que son ofendidas por un gobierno y un sistema judicial que se niegan a asegurar una cobertura médica completa y advierten que son ellos los responsables de las muertes tanto de los hijos en camino como de las mujeres víctimas de aborto. Comprometidas con la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, no nacidos, y todo tipo de personas que sufran de la opresión. Se oponen a todo acto y tipo de violencia y explotación en todas sus formas: laborales, legales, prostitución, golpes, discriminación por género (de hombres y mujeres)

Orgullosas de la tradición pro-vida de las auténticas fundadoras de los movimientos feministas que reconocían el aborto como un acto de violencia contra las madres e hijos(as)

Susan B. Anthony en su publicación, «La Revolución» escribe: “¿Culpable? Sí. No importa cuál sea el motivo, amor sin cuidado, o un deseo para salvar del sufrimiento en los inocentes no nacidos, la mujer que comete tal acto es culpable. Será una carga de conciencia por vida, será una carga para su alma al morir; pero, oh, doblemente culpable es aquél quién…..la llevó a tal desesperación que le provocó tal crimen! “

Sarah Norton “Los asesinos de bebés practican su profesión sin impedimento alguno, es una carnicería abierta sin restricción… ¿No hay remedio alguno para todo este crimen anti-natal de bebés?… Tal vez llegue el día cuando…una madre no casada no sea odiada por su maternidad… y cuando el derecho de los no-nacidos a ser nacidos no sea rechazado o interferido”

Fuente: andreabalbontin-provida.es.tl
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