Hace poco leí un artículo en Internet, referido al dolor FÍSICO que originan las emociones o sentimientos negativos, el articulo decía lo siguiente: Aquellos que sufren de mal de amores o padecieron una reciente ruptura también puede sentir dolor físico, según una reciente investigación. Sus autores explicaron que esto ocurre porque las mismas regiones del cerebro que se activan cuando se sienten dolencias en el cuerpo también lo hacen tras ser rechazados por un ser querido. “La experiencia intensa de sentirse rechazado socialmente activa las mismas regiones del cerebro involucradas en la sensación de dolor físico”, indicó Ethan Kross, líder del ensayo para luego agregar que el cuerpo, la mente y el cerebro están muy relacionados. Por último, indicó que el hallazgo “pueden ofrecer puntos de vista para estudiar numerosos tipos de enfermedades y trastornos con origen en crisis emocionales, como el rechazo y las rupturas amorosas”. Por otra parte, Naomi Eisenberg, profesora asistente en la UCLA indicó que esta investigación demuestra que tomar el analgésico Tylenol es capaz de disminuir el dolor causado por los sentimientos negativos.
Al leerlo, vino a mi mente un recuerdo de una experiencia lejana. Hace algunos años, me sentía extrañamente desilusionada con mi relación de pareja de aquel entonces, atravesé la difícil situación de ver a mis padres separarse después de treinta años de matrimonio, no sólo fue triste, sino sobretodo desgarrador, escuchar a mi madre quejarse y llorar todas noches porque mi padre se fue con alguien más joven; aquella experiencia, me hizo entrar en un extraño limbo, donde no sabía si mi relación de pareja tenía futuro o si debía terminarla pronto para evitar que algún día me lastimasen así, como a mi madre, meses después, como si con mis pensamientos hubiesen llevados mis temores a la realidad, mi pareja me fue infiel, y me dejó por otra, también más joven.
En mi vida hasta ese entonces, yo había atravesado la desdicha de ver morir a un familiar muy cercano, había experimentado la desolación de la enfermedad, la violencia, la indiferencia, la frustración de los sueños no cumplidos, y había llorado en abundancia por los miles de sentimientos rotos; sin embargo, debo admitir, que la traición de un amor a quien entregué toda mi confianza y mis ilusiones, me devastó. El día que me enteré de aquella traición, sentí un desgarro muy profundo, era un dolor en el pecho, a la altura del corazón pero más específicamente en el esófago, el dolor pasó al cabo de unos meses, cuando mi herida emocional estaba casi curada. Desde aquella experiencia personal, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que el desamor desgarra y duele físicamente, duele como rasparse las rodillas en el pavimento mientras se está aprendiendo a patinar, duele como todo golpe, y al igual que toda herida, se cura con tiempo y cuidados, con paciencia y constancia. Vivimos en una época tan agresiva y acelerada, en que nuestras emociones nos traicionan constantemente, no permitamos que eso frene nuestro crecimiento y nuestros sueños, superemos lo superable y olvidemos lo demás.