Homeopatía, la historia de un fraude

 
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Soy consciente de que este artículo va a levantar muchas ampollas, pues tanto la homeopatía como muchas otras de las mal llamadas “medicinas alternativas”, disfrutan de un gran seguimiento por todo el mundo, pero creo que es un deber propio y ajeno divulgar la realidad sobre temas ampliamente desconocidos por la población, y este es uno de ellos. Es verdad, la homeopatía y similares son muy populares, pero el hecho de que estén de moda o que vendan miles de millones de dólares al año no les convierte en verdaderas medicinas, ni mucho menos les da la capacidad de curar. En todos los países que conozco existe una gran variedad de tiendas especializadas en productos “naturales”, homeopáticos, terapias y demás remedios milagrosos para todo tipo de sufrimientos, desde la gripe común hasta la celulitis pasando por la diabetes y hasta el cáncer. Pero más preocupante, al menos en España, es que las farmacias también los venden, imagino que con el permiso del Ministerio de Sanidad, cuando este mismo organismo admite que la homeopatía no cura nada. No puedo entender cómo una institución con tanta responsabilidad pueda permitir que se vendan como medicinas productos de los que nunca, nadie, ha probado su eficacia, más allá del efecto placebo. La homeopatía es un fraude, y tanto la historia como la ciencia lo demuestran.

Homeopatía, la historia de un fraude

La historia de la homeopatía comienza con Samuel Hahnemann, un médico alemán del siglo XIX que no estaba contento con algunos de los remedios utilizados en aquel entonces, y no es para culparlo, pues la ciencia farmacéutica aún estaba en pañales. Frustrado, abandonó la práctica de la medicina y se dedicó a la traducción, puesto que en su juventud había estudiado varios idiomas, incluyendo inglés, Samuel Hahnemannfrancés, italiano, griego, latín, árabe y hebreo. En uno de los documentos que traducía, Un tratado de Materia Médica, de William Cullen, se encontró con la ya conocida capacidad de la corteza de la cinchona (Cinchona officinalis) de curar la malaria. Queriendo experimentar su potencial curativo, Hahnemman ingirió algunas dosis del polvo blanco salido de la corteza de la cinchona, y le subió la temperatura, el por qué, nadie lo sabe. Pero Samuel pensó, la cinchona parece producirme fiebre, la fiebre es un síntoma de la malaria, y la cinchona cura la malaria. De ahí, nadie sabe cómo, a Samuel se le ocurrió el postulado: aquello que produce síntomas en un individuo sano, puede curar a un enfermo que muestra los mismos síntomas. Y ya está.

¿Qué cómo llegó a tal conclusión? Nadie lo sabe, pero hay un gran trecho entre enfermarse con algo y pensar que el mismo ingrediente puede curar la misma enfermedad. ¿Siguió una cadena lógica para obtener su deducción? No. ¿Comprobó Samuel su hipótesis? No. ¿Ha podido alguien probarla desde entonces? No. ¡Ah! Si la ciencia fuese tan fácil como tener una ocurrencia basada en una simple observación…Pero la cosa no termina ahí. El doctor Hahnemann creó un método para preparar sus potingues. Igualmente que llegó a sus primeras “conclusiones” sin utilizar el método científico, se inventó un curioso proceso al que llamó “potenciación” (muy importante para los vendedores de humo utilizar palabras de impacto). Hahnemnn decidió diluir el ingrediente activo y agitarlo repetidamente (como si el producto pudiese adquirir poderes mágicos por los golpes contra las paredes del frasquito), y repetir el proceso un número de veces, hasta obtener un código que, nuevamente, suena a algo científico. La designación común es NC, donde la C significa que la sustancia se ha diluido en un ratio de 1:100, o sea, por una gota del ingrediente activo, cien del líquido elegido; la N representa el número de veces que el proceso de dilución se ha repetido.

Según una página que promueve la homeopatía, existen tres tipos de diluciones utilizadas habitualmente:

Diluciones decimales hahnemanianas (DH, D, X, XH, 1/10)
Se parte de la TM (Tintura Madre). En un recipiente de 10 cc. Se pone 1 cc. De TM y se completa con 9 cc. De alcohol de 70º, después se DINAMIZA y hemos obtenido así la primera dilución decimal = 1 DH

Se continúa así de la misma manera hasta obtener la dilución decimal deseada, teniendo en cuenta siempre que para obtener una dilución superior siempre hay que partir de una dilución anterior.

Diluciones centesimales hahnemanianas (CH, C, 1/100)
En un recipiente de 100 cc. Se pone 1 cc. De la TM y se completa con 99 cc. De alcohol de 70º, después se DINAMIZA obteniéndose así la primera dilución centesimal = 1CH.

Estos dos tipos de diluciones, fueron las únicas que desarrolló Hahnemnn, por eso se denominan decimales y centesimales hahnemanianas. Los médicos hahnemanianos puros son los que más las utilizan.

Dilusiones korsakovianas (K)
Para realizarlas se utiliza el mismo recipiente siempre. En un recipiente de 100 ml. de capacidad, se llena primero con 100 ml. de TM, una vez hecha la operación, se vacía, gracias a la fuerza de absorción y adherencia, queda aproximadamente 1 ml de TM, posteriormente en ese mismo recipiente se añaden alcohol enrasar a 100 ml, se dinamiza obteniéndose así la 1K.

(Lo he copiado verbatim, así que los errores gramaticales no son míos)

Fijaos por favor en el tercer método, donde dice que “queda aproximadamente 1 ml de TM”. Llama la atención la exactitud y ciencia del método, ¿no? Yo me río por no llorar.

Los defensores de la homeopatía dicen que sus remedios son como las vacunas, pero no dicen que las vacunas sí llevan un ingrediente activo. Un producto homeopático con un coeficiente de 100 C contiene (o contenía) un ingrediente activo que fue diluido en un ratio de 1:100, y el proceso se repitió 100 veces. ¿De verdad alguien cree que después de tanta dilución queda algo del ingrediente original? Imaginaos entonces lo que habrá en una solución de 300C, que las hay. Como dice un colega escéptico, en el caso de una solución de 5C “para ingerir una gota del principio activo tendríamos que bebernos una piscina olímpica.” Si compráis un frasquito de 30C que en la etiqueta dice “Azufre”, es prácticamente imposible que haya un solo átomo de azufre en esa dilución, por lo que el producto es simplemente un fraude.

Las falsedades de la homeopatía han sido reveladas en infinidad de ocasiones. Además de que el mismo Ministerio de Sanidad español declara que no cura nada, podemos citar también un informe del Gobierno Británico que concluyó que “No hay evidencia científica o clínica que apoye la homeopatía” (Pág. 42). , la revista especializada The Lancet, publicó los resultados del estudio más completo realizado hasta ahora sobre la eficacia de la homeopatía, y concluyó que “hubo débil evidencia de un efecto específico de los remedios homeopáticos, pero fuerte evidencia de efectos específicos de intervenciones convencionales”. Nuestros amigos de La Ciencia y sus Demonios también le dan una repasada a la falta de evidencia científica en la homeopatía. Y podría colgar mucho más, pero no se trata de números, sino de calidad. Lo que importa es que no existe tal evidencia.

Aún así, los humanos gastamos más de cinco mil millones de dólares anualmente en productos homeopáticos, y el negocio crece. Conozco a gente en mi entorno que ha utilizado la homeopatía como último recurso, cuando la medicina no ha podido encontrar remedio a sus dolencias. En algún caso me han dicho que les hace sentir mejor, pero ni ellos ni nadie ha podido comprobar que su “mejora” se deba directamente al producto homeopático, y por lo general, siguen enfermos. La homeopatía basa buena parte de su negocio precisamente en aquellos desesperados, y no culpo al consumidor, pues es natural probar todos los medios al alcance en casos extremos. El problema es que los productos homeopáticos estén al alcance, pues ha quedado más que comprobado que, 1) no son lo que dicen ser, ya que las repetidas diluciones eliminan el ingrediente activo del producto y, 2) no se ha encontrado jamás evidencia de que curen alguna enfermedad. La responsabilidad descansa en los gobiernos que permiten, y en muchos casos, financian, los productos homeopáticos.

La Real Academia de la Lengua Española define fraude como una “Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete.” La homeopatía vende algo que no se corresponde con lo que anuncia, y perjudica a sus consumidores restándole recursos que podrían ser aprovechados en otros productos. La homeopatía es un fraude.

Fuente: cienciahistorica.com
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Bicu
Si bien cité la fuente me olvide de indicar el autor. Esto lo escribe J.G.Barcala, desde su blog cienciahistorica.com
 
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