¿Será válido afirmar que la filosofía ya ha interpretado mucho la realidad, que quizá de lo que se trata ahora es transformarla? Para esto hablamos de limites del leguaje, de aquél que nos compromete con la comunidad social y, de manera natural eso prolonga el cuestionamiento sobre la crisis del sujeto vinculando la interpretación de su Ser como rescate y noción de ese sujeto; escenografía, montaje y seducción de las técnicas del consumismo actual; pese a las muecas de nuestro conformismo, sin darnos cuenta asumimos la globalización y cultivamos las propuestas capitalistas para sobrevivir en este ambiente. Hay que insistir en el disenso para no perder los fragmentos de la ilusión, y de ahí continuar con la búsqueda de la verdad en las ciencias, en la objetividad, en la realidad misma de las cosas. La hermenéutica por tanto se ha inclinado al relativismo de la interpretación en sumo subjetiva que nos exige, si deseamos un adecuado balance de elementos, abonar a la reducción de ello para construir los canales de objetividad necesarios; un dialogo crítico, una concepción crítica y dialogante, con la competencia lingüística y retórica para ofrecer argumentos en apoyo de sus interpretaciones y aquellas derivaciones que controlen lo objetivo prudente, exento de arbitrariedad; esto es uso en el poder de la interpretación una conjugación sana de los componentes analógicos constitutivos de nuestras interpretaciones.