“El sabio camina contra la opinión de todos”. Séneca.
El espejo entra en nuestra cotidianidad de diferentes modos. A veces queremos olvidarnos de nosotros mismos, pero cuando el espejo nos ve, nos asustamos. Por más que queramos, la realidad que él nos transmite normalmente la rechazamos. Y vienen los retoques o los lamentos. El verbo comparar aparece como remedio, y si queremos suavizar sus efectos, del remedio, evocamos cuánto fuimos y cuánto hemos dejado de ser.
En la planificación estratégica que se reza en los manuales de desarrollo municipal se nos invita a descubrir ese espejo de la municipalidad. Es como la primera palanca del diagnóstico, de los antecedentes, de esas realidades históricas acumuladas, con todas sus implicancias y errores. Los referentes mercadológicos actuales usan el lenguaje de productos y servicios para el análisis de la realidad social y económica. Así como tal producto o tal servicio vende una imagen, que se construye lentamente a través de un proceso selectivo de medición de potencialidades y descubrimiento de riquezas, así un pueblo, una comunidad, un municipio, debe ir pensando en su imagen, en su marca, en sobredimensionar lo mejor disponible.
¿Hemos pensado en cuál es nuestra imagen, nuestra marca?
¿Hay alguna estrategia para definirla?
¿A quién le corresponde decir “somos tal o cual cosa”?
Municipio, municipalidad, gobierno local, alcaldía, ayuntamiento, gobernanza municipal, cabildo y administración municipal son vocablos que refieren la autoridad en lo colectivo; no jefatura ni mandamás. Uno piensa que le corresponde al gobierno municipal liderar el proceso de construcción de la imagen local en sintonía con los diferentes actores de la ciudadanía y los sectores organizados. Tal horizontalidad supone romper paradigmas, modelos disfuncionales de hacer y ejecutar la autoridad que hoy no dan resultados.
Con la gestión municipal actual hubo una experiencia fracasada. Me refiero al conocido y pisoteado “Plan Estratégico de Desarrollo Municipal”. Aquí se pretendió construir esa imagen en una “Visión y Misión” plasmada en una sola cabeza, con una verticalidad asombrosa y una aberración metodológica indecible. Aunque creo que el mayor pecado de ese fracaso se encuentra en la ausencia de una voluntad política decidida a superar el modelo de gestión clientelar, anárquico e improvisado.
El desafío de hoy nos empuja a reunir fuerzas, juntar inteligencias empeñadas en dar otros resultados, en asumir una filosofía social que nos oriente, que potencie nuestras riquezas y convierta este valle verde en una imagen cierta de progreso, desarrollo y belleza. Para que el espejo no nos atormente, y definitivamente reproduzca lo mejor de nosotros y nosotras.
Espero que en la discusión electoral que nos abrasa, las personas que aspiran a encabezar la administración municipal coloquen el tema del desarrollo municipal en sus reflexiones, y que por favor, todos y todas participemos activamente.
Dr. Nicolás Acevedo Sánchez.