Cuando nos tenemos que despedir aunque no queramos, muchas veces, aunque me atrevería a decir que siempre, sentimos que una parte de nosotros se desprende.
A veces no lo hacemos porque queremos, se trata de poder cumplir sueños, metas, y para eso debemos partir.
Ver a nuestra madre llorar porque su pequeño o pequeña se despide, y aunque se sepa que es para mejorar, que ese día llegaría tarde o temprano, no deja de doler.
Todas las veces que me he ido, por trabajo o familia, me ha dolido tener a mi madre tan lejos de mi, mis ojos no pueden dejar de llenarse de lágrimas cada vez que pienso en ella.
Mis oraciones van al cielo, pidiendo a Dios que nunca deje de ser feliz, que mi madre y mis seres queridos que he dejado lejos, se merecen la mejor vida que puedan tener, y muchas más bendiciones.
Lo importante es que estés en contacto, que no dejes de ir tras tus ilusiones, que no pases por encima de nadie, que te esfuerces, y sobre todo, que seas feliz y agradecido con Dios por todo lo que tienes por ahora.