Y respuestas hay en ambos campos, y en ambos las hay buenas y malas, pero, ¿sabemos para quién es cada una?
Desde hace un tiempo hemos notados algo que nos ha arrojado innúmeras respuestas respecto de cierta gente, y cada vez arrojan más y es claro que no les gusta; les están saliendo piedritas en el hígado; al menos (.) en uno de esos que detectamos parece que ni fueran pidritas sino verdaderas peñas, je.
Hay mucho de eso que opera contra la maldad, y esa gente está comiendo de su propia siembra y no les gusta.
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Alguien nos preguntaba si no nos importaba algo que para ellos era evidente. Respondimos que la forma de pensar de cada quién varía en un espectro muy amplio, de extremo a extremo.
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Dios premia al que cree en el ESPÍRITU SANTO y castiga al que no, y creer no es hacerlo de palabra, como en un discurso político; además de que si toma de ello lo que le beneficia a la maldad pero no se convierte en lo que a la maldad EXTERMINA…
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¿Por qué no ser más específico? ¿Para qué? El que actúa pertinazmente en/a la maldad no quiere saber verdades sino cuando y para lo que le conviene, es un agente del infierno al que le gusta que le digan que es del infierno. La verdad se responde por sí misma.
¡Ay qué dolor!
"Si no quiere ¿Quién pierde?", decían aquellos viejos verdaderos sabios que eran nuestros abuelos.
Sin "querer" borré la anterior entrada/nota; sin advertencia, porque ya me la hicieron una vez: obligándome a dejar la que me da asco. En esta que he retirado hay algo cuasisimilar.