“Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo (‘Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio’: Mc 10,11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia”. (CIC, 1650)
"Esto no es una disciplina inventada por la Iglesia", recuerda Mons. Jean Laffitte, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia, en una entrevista. "Los cónyuges hacen un pacto con Dios, y Dios hace un pacto con ellos", que crea un sacramento indisoluble. Una segunda unión "lo convertiría en algo contradictorio y contrario a lo sacramental". A su vez invitó a las personas divorciadas vueltas a casar a participar de la Santa Misa y les recordó que no pueden acceder a la comunión eucarística pero pueden participar en la Comunión de manera espiritual.
Las personas que por una u otra razón no pueden recibir la Santa Comunión, o comulgar, siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera.
La Exhortación Apostólica Familiaris Consortio explica que existe una distinción entre la comunión espiritual y la comunión eucarística, y que sin la primera, no puede existir la segunda.
La comunión espiritual es la forma en la que la persona se une personalmente a Cristo en el momento de la redención del Santo Sacrificio, para así, después, recibir la comunión eucarística.
Fuente: www.aciprensa.com